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Mariana

- con que estoy mal de la cabeza y necesito un manicomio ¿he? - me pregunta en tono neutro, no se ve tranquilo pero tampoco enojado, aun asi me mantengo alerta por si intenta lastimarme. ¿Como pude hacer ese comentario a la ligera?, es obvio que tengo mala suerte-

- y-yo... e..en verdad, no quería... - ¡piedad! - Lo siento. - intento mantiene la calma y controlar los temblores en mis piernas-

- nunca pierdo de vista a ninguno de mis prisioneros, - se acerca lenamente a mi provocando que el estómago se me revuelve del miedo. Toma mi mentón con ligereza y sin hacer presión - y menos a una que se encuentra bajo mi techo. - su pulgar va hacia mis labios delineandolos con suavidad. -

¡siento que me voy a desmayar!

- por.. por favor. - mis ojos se cristalizan de pensar que me pueda volver a lastimar.- n-no volveré a hablar así. Tengo claro que sólo.. sólo soy una prisionera. - suelta mi mentón y se acerca más a mi. -

No, no, no...

Siento como posa sus manos en mi cintura eliminando toda mínima distancia entre los dos.

¿Porqué me hace esto?, ¿porqué me tortura de eata forma tan terrible?. Mirta tenía razón, no debí decir aquello.

Sin esperar mas, sus labios impactan contra los míos haciendome reaccionar y querer alejarme, pero una de sus manos toma mi nuca impidiendolo.

Siento como su boca devora la mía con hambre. El contacto de nuestras lenguas me hace querer vomitar.

Mis manos se encurear sobre su pecho, aun haciendo fuerza para alejarlo pero de nada sirve, su fuerza es mayor a la mía por mucho, así que de la impotencia sólo las hago puños apretando su ropa.

Cuando ya le es suficiente, lame sus labios y saborea todo rastro de mi- es un asqueroso-

- Deja de temblar - me piede, aunque suena mas como una orden. ¿Como me puede pedir eso? ¿Que acaso le es tan dificl ver que no me gusta que me toque?, cada que lo siento cerca el terror me invade haciendo hogar en mi. -

En un movimiento no muy rápido, me carga como a una niña pequeña y mi corazón se acelera de manera incontable. Me llevan hacia mi cama y me deja sobre ella con suavidad.

Con honestidad, su tranquilidad me hace temer aun más, pues siento que en cualquier momento va a perder el control como siempre.

Intento alejarme pero no me lo permite. Su peso cae sobre mi con lentitud y comienza a dejar besos en cuello.

No, ¡no quiero esto!

- por favor... - mi voz sale en un susurra y lágrimas se me escapan, pero el las besa como queriendo impedir que derrame más.- No quiero... - le ruego -

- tranquila, será diferente. - ¿¡qué!? ¿y se supone que deba sentirme mejor por eso?, Además.. ¿a que se refiero con diferente?

- yo... Yo sólo quiero que te alejes de mi...no me gusta esto, no quiero que me toque, me lastima. - le explicó con miedo-

- No te lastimaré, - me asegura como si confiara en él, pero a mi lo único que me importa es que no se me acerque de ninguna manera.- pensé que ya habías comprendido tu lugar, serás quien lleve a mi descendencia en tu vientre, lo que significa que tendré que hacerte mía una y otra vez. - un sollozo sale de mi, y me da tanta impotencia el tono suave con el que lo dice, como si fuese lo mas normal del mundo.- más adelante te acostumbraras a darme tu cuerpo, a recibir mi semilla en ti. Te daré la dicha de ser madre y sé que para una mujer no hay nada más importante que eso.

Adherida a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora