Capítulo 1

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SALEM.

La primavera en Hawthorne Mills es mi favorita. No he vuelto desde que me fui hace seis años. Vine varias veces ese verano, con la esperanza de que el hombre que amaba y vivía al lado reaccionara y me viera, que volviera a mí, pero nunca lo hizo.

Evan Peters estaba perdido, así que lamí mis heridas y seguí adelante.

Conseguí un trabajo de camarera en una cafetería cerca del apartamento de Lauren. Guardé cada centavo que pude. Caleb y yo empezamos a hablar más, y luego comenzamos a salir de nuevo, fue casi un año después del día de la boda de Georgia que me pidió que me casara con él, y dije que sí. Nos casamos dos meses después. Terminó la universidad y nos mudamos a California. Me encantaba estar allí, casi tanto como aquí, pero recibió una oferta de trabajo hace un año en Boston, así que volvimos.

Y aun así, nunca volví a poner un pie en la casa de mi infancia. Sabía por qué y le dolía.

Todo lo que he hecho es herirlo.

Así que lo dejé ir.

Nuestro divorcio fue fácil, como todo entre nosotros. Sé que siempre estará en mi vida, pero ahora es libre de encontrar el tipo de amor que yo conocí una vez. Una vez que lo has tenido, nada más se puede comparar, por mucho que lo intentes y por mucho que te esfuerces.

Es como intentar encajar una pieza de rompecabezas en un espacio que no corresponde.

Abriendo la puerta del coche, salgo a la calzada.

Por mucho que jurara que nunca volvería aquí, a este lugar, a él, sólo una cosa podría hacerme volver. Al entrar en casa, encuentro a mamá en la cama improvisada en el salón.

—Hola, mamá. —Me hace falta todo lo que tengo en mí para evitar las lágrimas. No quiero que me vea llorar.

—Ahí está mi chica. —Sonríe, haciéndome un gesto para que me acerque con un movimiento de su delicada y pálida mano.

Mi madre se está muriendo.

El cáncer volvió a encontrar su camino y esta vez nada ha funcionado. Por mucho que luche, es más fuerte, y ahora le quedan dos meses, quizá ni eso, de vida.

Mis pasos suenan muy fuertes a mis oídos cuando me dirijo a la sala de estar y me agacho para abrazarla.

—Georgia se acaba de ir —me dice, su abrazo es débil. No hay muchos músculos ni grasa en su cuerpo. Se está marchitando ante nuestros ojos.

—Estoy segura de que la veré más tarde.

—Los niños preguntaron por vosotros.

Sonrío, rozando con mis dedos la piel empapelada de su mejilla. —Nos verán pronto. —Georgia y Michael tienen ahora dos hijos y otro en camino. Decir que tienen las manos llenas es un eufemismo, pero son felices—. ¿Necesitas algo?

—Estoy bien ahora mismo. ¿Tal vez podríamos ver una película o algo después de que traigas tus cosas?

—Eso suena bien, mamá.

Caleb y yo seguimos viviendo juntos desde el divorcio. Tenía sentido mientras averiguaba mi siguiente paso, pero con el deterioro del estado de mi madre supe que era el momento de volver a casa para cuidar de ella en sus últimos días, dar un respiro a Georgia y, cuando ocurra lo inevitable, limpiar la casa y pensar en lo que viene después.

Es difícil, saber que mi futuro es un gran signo de interrogación en este momento. A finales de este año cumpliré veintiséis años y, al igual que a los dieciocho, todavía no tengo nada claro. Pero tal vez esa es la verdad de la edad adulta que nadie quiere contarte: todos estamos aquí, improvisando.

En el exterior, ignoro firmemente la casa de al lado. Sé que todavía vive ahí, mamá lo menciona de vez en cuando. A veces me pregunto si lo hace tratando de medir mi reacción. Nunca le he contado lo que pasó con Evan. Con el corazón tan roto, y aceptando que él y yo habíamos terminado de verdad, no veía el sentido.

Me las arreglo para traer todas mis cosas al interior sin que me asome a la puerta de al lado.

Eso es mentira.

Doy un pequeño vistazo.

El tiempo suficiente para ver la casa del árbol terminada en el patio trasero y la insinuación del techo de un invernadero.

—¿Lo tienes todo? —La voz quebradiza de mamá suena muy pequeña desde la sala de estar.

—Lo hago. Ahora subiré todo poco a poco.

—Está bien. Creo que voy a... descansar mis... ojos... por un rato.

No puede verme desde la cocina, pero las lágrimas brotan de mis ojos.

Se está desvaneciendo. Lo que podría haber sido una larga vida se mide ahora en semanas, horas, minutos, segundos, y cada uno de ellos es precioso.




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Holaaaa, volvemos a la carga, espero que esta segunda parte os guste tanto cómo la primera.
Os amo con mi vida❤️🥰

𝖲𝖨́𝖦𝖴𝖤𝖬𝖤 𝖤𝖭 𝖬𝖨𝖲 𝖱𝖤𝖣𝖤𝖲 𝖯𝖠𝖱𝖠 𝖭𝖮 𝖯𝖤𝖱𝖣𝖤𝖱𝖳𝖤 𝖭𝖠𝖣𝖠
↓ ↓ ↓ ↓
𝗂𝗇𝗌𝗍𝖺𝗀𝗋𝖺𝗆: 𝗋𝖾𝖻𝖾𝗅𝗌𝖾𝗋𝖾𝗇
𝗍𝗂𝗄𝗍𝗈𝗄: 𝗋𝖾𝖻𝖾𝗅𝗌𝖾𝗋𝖾𝗇

¡𝗚𝗥𝗔𝗖𝗜𝗔𝗦 𝗣𝗢𝗥 𝗟𝗘𝗘𝗥!
🧁𝗢𝗦 𝗔𝗠𝗢 𝗠𝗜𝗟🧁

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