SALEM.
A la noche siguiente, después de ayudar a mamá a bañarse, se sienta en una silla de ducha y yo me encargo del resto, al meterse en la cama, me escabullo por la puerta lateral para tomar un poco de aire fresco, descubriendo otro ramo de peonías.
Las recojo, inspeccionando los pétalos. Cada uno es muy delicado y perfecto. Esta vez no hay nota. Cuando finalmente leí la que incluyó antes, decía;
Para mi sol. -EDejándolas en el suelo, camino hasta el final del camino de entrada y me asomo a la casa de Evan. El sol empieza a ponerse y lo veo sentado en el columpio del porche delantero que le ayudé a colocar hace una vida.
Dudando un momento o dos, finalmente me dirijo hacia el porche de su casa.
Me vio acercarme y sus ojos me estudian cuando me pongo delante de él. Empuja sus pies, el columpio se balancea ligeramente.
—Hola —digo en voz baja, dudando en acercarme.
La más pequeña de las sonrisas baila en sus labios.
—Hola. ¿Quieres acompañarme?
Asiento y se desplaza para que haya espacio suficiente en su lado izquierdo para que me siente con él.
El cojín de rayas azules y blancas es suave bajo mi trasero. Tengo que luchar contra el deseo natural de mi cuerpo de querer acurrucarse en él. Es como si mi cuerpo hubiera olvidado todo el tiempo que ha pasado y que él ya no es mío para tocarlo libremente.
Arquea una ceja, notando cómo me inclino hacia otro lado. —No soy contagioso. Puedes tocarme.
Ignoro su comentario.
—No tienes que traerme flores. Pero gracias. Son preciosas.
—Me alegro de que te gusten. De todas formas son para ti.
Mis cejas se entrecruzan con confusión, sin saber muy bien qué quiere decir con ese comentario. Si me regaló flores y las ha dejado, por supuesto que son para mí, pero creo que hay un significado más profundo que no capto.
—Tengo que preguntarte algo.
—De acuerdo —Parece inseguro.
—¿Por qué no me llamaste?
Un fuerte suspiro hace sonar su pecho. Aparta la mirada de mí, hacia el sol poniente que pinta el cielo en una acuarela de rosas, morados y naranjas.
—Durante un tiempo, me convencí de que había logrado lo que quería. Te alejé para vivir una vida sin mí y sería débil romper la promesa que me hice de darte la oportunidad de crecer por ti misma. —Se frota la mandíbula, con cara de dolor—. Cuando me di cuenta de lo idiota que había sido, ya era demasiado tarde.
Mi voz apenas supera un susurro cuando pregunto:
—¿Qué quieres decir?
—Tu madre había estado fuera unos días, así que cuando volvió, le pregunté si todo estaba bien. —Hace una pausa, frotándose la frente como si aún le doliera recordar esto. Sigue apartando la mirada de mí, como si fuera demasiado para encontrarse con mis ojos—. Dijo que se había ido por una boda. No sé qué me hizo preguntar de quién era la boda, pero lo hice, y me dijo que era la tuya. —Su voz se debilita por la emoción—. Acababa de tomar la decisión de buscarte, intenté llamarte y enviar mensajes de texto, pero creo que habías cambiado tu número en ese momento. Llegué demasiado tarde. —Finalmente me mira, y veo años de dolor, arrepentimiento e incluso amor en sus ojos marrones—. Es lo que me merecía.
—¿Cómo dejamos que todo se estropeara tanto?
Se pasa los dedos por el cabello y suelta un suspiro.
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We (can't be friends) II « [Evan Peters]
Fiksi Penggemar// OBLIGATORIO LEER ANTES LA PARTE I // Su corazón quedó irreparablemente destrozado. Mi existencia tomó un giro irrevocable. Así que me marché. Comencé de nuevo. Contraje matrimonio con otra persona. Pero jamás lo borré de mi mente. Han pasado...