Capítulo 32

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SALEM.

Entro en la funeraria, la misma en la que se celebró el funeral de Forrest. Un escalofrío me recorre la espalda. Odio este sitio. No pensé que volvería a pisarlo. No quería hacerlo. Supongo que el universo
tenía otros planes.

La mano de Evan se estrecha contra mi cintura. Esto es difícil para él, pero se niega a estar en cualquier lugar que no sea a mi lado. Le dije repetidamente que no tenía que venir para esto, pero se mantuvo firme en que iba a venir.

Le agradezco que esté aquí, por su apoyo, pero entendería que no pudiera afrontar esto.

El féretro se encuentra al final del pasillo, los asientos llenos de gente. Esperaba que no apareciera nadie y, en cambio, todo el pueblo está aquí.

Se suponía que debía estar aquí antes, pero no pude hacerlo.

Así que ahora llego tarde. Mi hermana se sienta adelante con su familia pero se levanta cuando me ve.

—Hola. —Mira a Evan detrás de mí pero no dice nada. Sin embargo, parece complacida—. Me estaba preocupando por ti.

—Lo siento. —Me llevo la mano al cabello y me doy cuenta de que está recogido en un moño bajo. Dejo que mi mano caiga torpemente a mi lado. No la dejo colgando por mucho tiempo. Evan entrelaza nuestros dedos y me da un pequeño apretón en la mano—. No quería llegar tarde. Es que...

—Está bien. Lo entiendo.

—Caleb y Seda llegarán pronto.

Todavía faltan veinte minutos para que comience el servicio.

—Si tenemos que esperar, lo haremos —me asegura Georgia—. ¿Quieres verla?

Miro por un segundo el ataúd abierto.

—N... No —tartamudeo.

Sé que a algunas personas les reconforta ver a su ser querido, pero a mí no. Esa no es mi madre. Es una cáscara. Todo lo que hacía que ese cuerpo fuera mi madre se ha ido. Su espíritu ha dejado este reino. Espero que esté saludando a Forrest y tallando calabazas con él. Tal vez nos estén mirando ahora mismo mientras beben tazas de chocolate caliente.

—Muy bien. —Georgia no discute mi elección—. Vosotros os sentaréis allí. Caleb y Seda se sentarán con vosotros. —Señala el lugar reservado para nosotros, y asiento agradecida.

Mi hermana sabe ahora todo sobre mi pasado con Evan, que es el padre biológico de Seda. No se sorprendió. Dijo que nunca lo supo con seguridad, pero que lo había sospechado. Aparentemente soy un libro totalmente abierto.

Evan y yo tomamos asiento. Suelto un suspiro, agradecida de que haya acudido tanta gente por mamá, pero al mismo tiempo espero no tener que hablar con ellos. No puedo sonreír ahora mismo y entablar una conversación trivial. Creo que está mal que la gente espere eso de los que están de duelo. Todo esto es muy duro.

Evan vuelve a apretar mi mano, recordándome que está aquí.

Amo tanto a este hombre. Y sé que, incluso con las horribles tragedias por las que hemos pasado, lo viviría todo una y otra vez si eso me llevara a él.

Cuando Caleb y Seda llegan por fin, ella grita un fuerte:

—¡Mami! —lanzándose a mis brazos.

—Mi niña. —La abrazo con fuerza. Está creciendo mucho. Pronto los días en los que decía mami y me dejaba abrazarla así pasarán a ser sólo un recuerdo.

Toma asiento entre Caleb y yo, con Evan a mi otro lado.

Cuando empieza el servicio, parece que ni siquiera estoy en mi cuerpo. Me he desconectado. Es la única manera en que puedo lidiar con esto.

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