EVAN.
El sonido de las sirenas me despierta de un sueño y me devuelve a una pesadilla. Ahora, cada vez que las oigo, me transporta a aquel espantoso día con Forrest. Mi estómago se revuelve al levantarme de la cama. Voy al baño y me doy cuenta de que todavía oigo las sirenas y de que están muy altas. Salem.
Me pongo un par de pantalones cortos y meto los pies en un par de zapatillas mientras bajo las escaleras. Ni siquiera me molesto en tomar una camiseta.
Saliendo a toda prisa por la puerta, veo que la ambulancia está al lado, en su casa.
No pienso, simplemente corro.
Y ahí está ella, de pie en la entrada en pijama con su hermana. Lloran aferrándose la una a la otra como si al soltarse una o las dos se desmoronaran por completo.
—Bebé —susurro, y de alguna manera Salem me escucha.
Abre sus ojos llenos de lágrimas y veo el alivio instantáneo cuando se da cuenta de que soy yo.
Mientras ella sostiene a su hermana, yo la sostengo a ella. Necesita mi apoyo en este momento y estoy más que feliz de dárselo. Le daría a esta mujer cualquier cosa.
Su cuerpo se hunde contra el mío, inhalando audiblemente como si pudiera respirar por primera vez.
—Te tengo —murmuro, besando la parte superior de su cabeza—. Siempre te tendré.
Sacan el cuerpo de su madre de la casa y lo cargan en la parte trasera de la ambulancia.
—Se ha ido —grita Georgia en voz alta—. Se ha ido de verdad. No llegó a conocer al nuevo bebé.
—Lo sé. Lo siento. Sé que querías eso.
Salem es la más joven, pero aquí está consolando a su hermana mayor. Salem siempre ha sido esa persona, poniendo a todos los demás por encima de sí misma. Pero ahora me tiene a mí. Seré su roca, su apoyo cuando lo necesite. Conmigo, no tiene que ser la persona más fuerte. La ayudaré a superar cualquier tormenta.
La ambulancia se va, la calle vuelve a estar inquietantemente silenciosa y muy oscura. Al otro lado de la calle, mis dos vecinas entrometidas favoritas, Thelma y Cynthia, están de pie en su porche observando. Thelma levanta la mano en señal de saludo antes de que las dos se escabullan hacia su casa.
—Necesito llevar a Georgia a casa —me susurra Salem.
—Yo la llevaré.
—No. —Sacude la cabeza—. Necesito hacer esto.
—¿Estás segura? Puedo llevaros a las dos.
Vacila, luchando por dejarme ayudar, pero finalmente asiente. —De acuerdo.
—Déjame coger mis llaves.
Vuelvo corriendo a mi casa, tomando las llaves de mi camioneta. Salem se sienta en la parte de atrás con una Georgia que llora mientras me da las indicaciones para llegar a la casa de su hermana. Aparco delante y salgo para abrir la puerta. Salem sale con su hermana, la acompaña hasta la puerta y la abre. Me quedo fuera, junto a mi camioneta, esperando. Está dentro unos quince minutos antes de salir. Su cabello rubio le cuelga en los ojos y sus hombros están encorvados por el cansancio. Quiero recogerla en brazos y abrazarla. Quiero hacer que todo esto desaparezca.
Y me doy cuenta, con asombrosa claridad, de que cuando Forrest murió eso era todo lo que quería hacer por mí y yo no se lo permití.
Fui un maldito idiota.
Sé que estaba afligido. Sé que estaba en el lugar más oscuro imaginable. Pero sigo pensando que debería haber sido más comprensivo, ella sólo intentaba ayudarme porque me amaba. Uno no se desvive por la gente que no le importa.
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We (can't be friends) II « [Evan Peters]
Fiksi Penggemar// OBLIGATORIO LEER ANTES LA PARTE I // Su corazón quedó irreparablemente destrozado. Mi existencia tomó un giro irrevocable. Así que me marché. Comencé de nuevo. Contraje matrimonio con otra persona. Pero jamás lo borré de mi mente. Han pasado...