Capítulo 37

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SALEM.

Me di cuenta de que Caleb estaba triste cuando recogí más cosas y me llevé a Binx. Le dije por qué y hubo un breve destello de dolor en sus ojos antes de que forzara una sonrisa y dijera que se alegraba por mí.

No me gusta que siempre le termine rompiendo el corazón, pero me recuerdo que ahora estamos divorciados y que ambos íbamos a seguir adelante en algún momento.

Un día, encontrará a su persona, y entonces lo entenderá.

Estoy colgando un vestido en el armario de Evan cuando entra, rodeándome con sus manos por detrás. Huele a sudor, a tierra y a humo de cigarrillo de su día en la obra. Ya no fuma, al menos eso dice, pero algunos de los chicos con los que trabaja sí lo hacen.

—Te extrañé. —Apoya su cabeza en mi hombro. Sus manos se dirigen a mi estómago—. ¿Crees que ya estás embarazada?

Suelto una risita y me zafo de sus brazos para girarme hacia él.

—Estás obsesionado con dejarme embarazada fuera del matrimonio, ¿verdad? —No puedo evitar bromear. A decir verdad, no siento la necesidad de que me proponga matrimonio. Ahora que estamos juntos de nuevo, sé que todo sucederá en la línea de tiempo que se supone que debe suceder.

Me mira con una media sonrisa.

—Mierda, sí. Me encanta la idea de que estés embarazada con mi hijo. —Pongo los ojos en blanco. Me agarra por las caderas y me atrae suavemente hacia su espacio. Se eleva sobre mí, así que inclino la cabeza hacia atrás para verlo—. No llegué a verla la primera vez. No llegué a sentir sus patadas ni a llevarte a las citas con el médico. Quiero eso.

Me mojo los labios, sintiendo vergüenza.

Me toca la mejilla y me obliga a mirarlo cuando intento desviar la mirada.

—No hagas eso. No me ocultes lo que sientes. Quiero que seamos sinceros el uno con el otro, siempre. Eso es cuando las cosas se ponen difíciles, cuando ocultas cosas, o mientes sobre lo que sientes.

Suspiro, mis hombros se sienten imposiblemente pesados.

—Me hubiera gustado que hubieses estado ahí y me siento fatal por no haberlo permitido.

—Hiciste lo mejor —me recuerda por enésima vez—. Yo no era... no podía ser el hombre, el padre, que necesitaba ser entonces. Lo sabías. —Me pasa el pulgar por la mejilla—. Me niego a dejar que te arrepientas, porque ahora tenemos esto. Me despierto todos los días contigo en mis brazos. Puedo oír a Seda correr por los pasillos cuando está aquí. Winnie y Binx son mejores amigos. —Me río de eso, porque sorprendentemente lo son. A mi gato negro y a la corgi les gusta dormir juntos en el sofá—. Y un día, cuando tenga que ocurrir, podré oír a nuestro bebé llorando en el pasillo.

Una lágrima se le escapa por el rabillo del ojo. Se la quita rápidamente con el dedo índice.

—Ahora —me agarra la mano—, ven a ducharte conmigo. —Sonríe con maldad, con ojos oscuros de deseo.

Dejo que me arrastre y cuando presiona mi espalda desnuda contra el azulejo de la ducha, hundiéndose dentro de mí, finalmente me suelto.



[...]



Tras una llamada de FaceTime con Seda, nos acomodamos en el sofá con un bol de palomitas para una noche de cine. Evan se tumba y deja caer su cabeza en mi regazo.

—¿Qué tienes ganas de ver?

—Para ser honesto —bosteza—, probablemente me voy a dormir directamente, así que lo que quieras está bien.

Ojeo las películas que tengo guardadas en mi cuenta y me decido por una comedia romántica. Si de verdad está a punto de dormirse, me gustaría ver cómo, Benjamin Barry interpretado Matthew McConaughey es torturado por Andy Anderson o sea Kate Hudson en How to Lose a Guy in 10 Days.

Evan no protesta cuando empieza. Le froto el cuero cabelludo con una mano y con la otra me meto bocados de palomitas en mi boca. En el otro extremo del sofá, Winnie dormita con Binx acurrucado contra ella.

Sólo han pasado quince minutos de la película cuando miro hacia abajo y encuentro a Evan profundamente dormido. Trabaja muchos días. Puede que sea el propietario y, por lo tanto, el jefe, pero cuando se trata de su negocio le gusta ser lo más práctico posible.

Por no hablar de que ha pasado los dos últimos días pintando la habitación que ahora es de Seda, así como montando sus muebles.

Cuando vuelva en unos días tendrá su propia habitación de princesa.

Evan incluso volvió a la tienda y compró el sillón de peluche que lo había convencido de que dejara.

Hay un total de tres habitaciones libres en el piso de arriba, una es la de Seda ahora, y supongo que, si Evan consigue su objetivo de dejarme embarazada, otra se convertirá en una habitación infantil.

La idea de ver a Evan acunar a un precioso recién nacido en sus brazos por la noche me hace sentir todo tipo de calidez y de pegajosidad.

Entonces, casi inmediatamente, me invade otro sentimiento, uno de tristeza y dolor cuando pienso en la antigua habitación de Forrest que Evan eliminó hace mucho tiempo. Le pregunté por ella y me dijo que la dejó durante un tiempo, pero que verla se volvió demasiado doloroso, así que empaquetó la mayoría de las cosas, vendió los muebles y trasladó algunas de las posesiones más preciadas de Forrest, como su dinosaurio favorito y un coche de juguete, a diferentes lugares de la casa. Dice que lo hace sonreír ver esos pequeños recuerdos de Forrest, pero que toda la habitación era demasiado.

Lo miro, su cara está tranquila en su sueño.

El dolor que tuvo que vivir debió ser insoportable.

Me dijo que su terapeuta describió el dolor como una pelota en una caja. Cuando el dolor es reciente, esa pelota es grande y golpea constantemente los lados de la caja, pero luego la pelota se hace más pequeña con el tiempo y ocupa menos espacio.

Ahora mismo, para mí, esa pelota es bastante grande. Es por eso por lo que estoy evitando volver a la casa de mi madre.

No quiero tocar sus cosas. No quiero guardarlas en un almacén o donarlas o... Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano.

Cuando lo haga, por fin se sentirá real.

En este momento, estoy en un estado de fingir que ella todavía está en esa casa horneando cupcakes o viendo una película o simplemente sentada en la mesa de la cocina comiendo un tazón de cereales.

El dolor es extraño, intenta desafiar la lógica.

La vi morir. Fui al funeral. Estuve en su tumba.

Hice todas esas cosas y, sin embargo, mi mente sigue aferrándose a la ilógica esperanza de que esté en esa casa.

La película sigue sonando, pero ya no presto atención. Cuando terminan los créditos, apago el televisor y despierto suavemente a Evan. Me da una mirada y sabe que la pena me consume. No dice nada. No hace falta. Se limita a envolverme en sus brazos, dejando que me agarre a él en plan koala, y me lleva a la cama. No me suelta ni siquiera entonces y me pregunto si cree que puede abrazarme lo suficiente como para que no me desmorone.



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𝖲𝖨́𝖦𝖴𝖤𝖬𝖤 𝖤𝖭 𝖬𝖨𝖲 𝖱𝖤𝖣𝖤𝖲 𝖯𝖠𝖱𝖠 𝖭𝖮 𝖯𝖤𝖱𝖣𝖤𝖱𝖳𝖤 𝖭𝖠𝖣𝖠
↓ ↓ ↓ ↓
𝗂𝗇𝗌𝗍𝖺𝗀𝗋𝖺𝗆: 𝗋𝖾𝖻𝖾𝗅𝗌𝖾𝗋𝖾𝗇
𝗍𝗂𝗄𝗍𝗈𝗄: 𝗋𝖾𝖻𝖾𝗅𝗌𝖾𝗋𝖾𝗇

¡𝗚𝗥𝗔𝗖𝗜𝗔𝗦 𝗣𝗢𝗥 𝗟𝗘𝗘𝗥!
🧁𝗢𝗦 𝗔𝗠𝗢 𝗠𝗜𝗟🧁

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