Capítulo 3

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SALEM.

La cocina huele a cupcakes y mentiría si no admitiera que soy débil y cedo a la necesidad de comer uno. Saben tan bien como los recordaba y, además, hornearlos me sentó bien. Fue como montar en bicicleta. Creo que no me he dado cuenta de lo mucho que lo extrañé.

—Necesito... ir a sentarme un rato. —Mamá suena sin aliento, la debilidad vuelve a aparecer.

—No hay problema. —Me apresuro a rodear el mostrador hasta su lado, dándole mi brazo para que se agarre. La guío hasta el salón, sintiendo que apoya más su peso contra mí mientras avanzamos—. ¿Quieres sentarte en el sofá o en la cama?

Piensa por un momento.

—En la cama.

—Está bien. —La ayudo a meterse en la cama de hospital y la cubro con las mantas—. Descansa, mamá. —Le doy un beso en la frente.

—No te olvides de llevarle cupcakes a Evan.

Ahogo un gemido.

—No lo haré.

Envío una oración silenciosa para que no esté en casa cuando lo haga.

Sus ojos se vuelven pesados y ya está dormida antes de que salga de la habitación.

Mi teléfono suena y es Georgia.

—Hola. —La pongo en altavoz para poder limpiar la cocina mientras hablamos—. ¿Qué pasa?

—¿Cómo está mamá hoy?

—Tenía algo de energía esta mañana pero ahora está tomando una siesta. Hicimos cupcakes.

—Oh. —Oigo la sonrisa en su voz—. Eso es bueno. Es realmente bueno.

—También lo pensé. —Cargo el lavavajillas.

—Gracias por venir y quedarte con ella. Sé que no querías, y no te culpo, entiendo que no quieras tener...

—Georgia, es nuestra madre. No necesitas agradecerme. Quiero estar aquí. Necesito estar aquí.

Se aclara la garganta y sé que se está atragantando.

—Tengo que volver al trabajo. Te llamaré más tarde.

—Estamos bien. —Sé que mi hermana es enfermera y yo no, pero no soy incapaz de cuidar a nuestra madre y ya tiene bastante con lo suyo como para preocuparse de lo que pasa aquí.

—Tal vez podría pasarme después de mi turno con algo de comida rápida o algo así.

—Sólo avísame.

Nos despedimos y colgamos. La cocina vuelve a estar impecable, así que no me queda más remedio que llevarle el plato de cupcakes a Evan.

Sé que no debería, pero me molesta saber que ha sido amigo de mi madre. Habló con ella y nunca se acercó a mí.

Imbécil.

Emplato los cupcakes y los cubro con papel film. El glaseado se aplasta un poco, pero no me importa.

Respirando profundamente, me preparo para enfrentarme a Evan por primera vez en años.

Puedo hacerlo.

Soy una mujer fuerte y poderosa. No dejaré que ningún hombre me haga sentir mal.

Cuando voy por el lado de la valla, no hay ningún vehículo en la entrada.

Eso es bueno... supongo.

Pero mientras me quede en casa de mi madre no importa. Me encontraré con él eventualmente y no estoy segura de cómo me hace sentir eso.



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