Capítulo 27

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SALEM.

Me despierto con la boca llena del cabello de Seda.

—Ugh —me atraganté, tratando de alejarme de la salvaje maraña de cabello frente a mi cara.

La puse en la habitación de Georgia para pasar la noche, pero en algún momento se metió en la cama conmigo y la dejé. Pronto, momentos como estos en los que viene a mí en busca de consuelo desaparecerán. Quiero apreciarlos mientras los tenga.

Me doy la vuelta, recojo el teléfono de la mesilla y miro la pantalla. Hay un mensaje de Evan y Caleb. Abro primero el de Caleb.

Caleb: Recogeré a Seda a mediodía si te parece bien.

Le respondo.

Yo: Está bien.

A continuación abro el mensaje de Evan.

Evan: Pensé que podría recogeros para desayunar y visitar la tumba de Forrest. Anoche mencionaste que quería pasar por allí. Si es una mala idea está bien.

Ahogando un bostezo, miro por encima de mi hombro su forma dormida.

Yo: Es una gran idea. Acabo de despertarme. Tengo que levantar a la Bella Durmiente también.

Evan: Tómate tu tiempo.

Yo: Caleb va a recogerla sobre las 12:00.

Su respuesta tarda un poco más esta vez.

Evan: De acuerdo.

Dejo el teléfono en la mesilla, me levanto de la cama y voy al baño. Hago pis y me cepillo los dientes, luego bajo tranquilamente a ver cómo está mamá. Después de ayudarla a entrar en el baño y vestirse para el día, vuelvo a subir y despierto a Seda.

—Quiero dormir —refunfuña, aferrándose más a la almohada.

—Vamos a ir a desayunar y a visitar la tumba de tu hermano.

Sus ojos se abren al oír eso.

—¿De verdad?

—Dijiste que querías ir. ¿Sigue siendo cierto?

Asiente con seriedad.

—Voy a ducharme, así que no te vuelvas a quedar dormida —le advierto, tocando su nariz.

Se ríe, contoneándose.

—No lo haré.

—Vístete y ve a hablar con la abuela si quieres.

—¡Está bien! —Sonríe y se quita las sábanas. Corre de mi habitación a la de Georgia, donde está su bolsa de viaje.

Me doy una ducha rápida, salgo y me envuelvo en una toalla. Me aplico un poco de rímel en las pestañas y brillo en los labios. No tengo tiempo para nada más, ya que tengo que vestirme y ver cómo están Seda y mamá.

Me pongo unos pantalones cortos, una camiseta roja de tirantes, y un par de zapatillas blancas. Tengo el cabello mojado por la ducha, así que decido dejarlo al aire hasta que nos vayamos. Luego me lo recogeré en un moño.

Abajo encuentro a Seda sentada junto a la cama de hospital de mi madre. Las dos están coloreando y hablando en voz baja. No puedo evitar sacar mi teléfono y hacer una foto para captar el dulce momento.

—¡Mamá! —grita Seda cuando me ve—. ¿Estamos listas para irnos? Tengo hambre. Quiero tortitas con trocitos de chocolate, sirope y...

Me río de su entusiasmo.

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