Luego de colocarme la ropa interior de lencería roja que había preparado la señorita Wasler, metí las piernas por los agujeros del leotardo de malla con pedrería de color negro que también me había ofrecido. El frío se calaba por mi piel desnuda hasta acentuarse en mis huesos y quedarse ahí haciéndome titiritar.
Una vez que llegue al salón de prácticas los murmullos se callaron dejando solo una mirada incómoda en mi dirección, no alce la mirada, tampoco hablé, no hice ruido, solo moví mi cuerpo hasta llegar a una pared para comenzar a estirar. Ya me había resignado a morir, ¿Qué más daba? Si no me asesinaban aquí igual iba a fallecer en cualquier momento, solo esperaba el día en que mi corazón dejara de latir.
No había comido por lo que mis rendimientos no iban a ser altos. La puerta se abrió de golpe, alce la mirada fijandola en la figura masculina que estaba adentrándose, todas las chicas se pusieron de rodillas por lo que las imite.
Sweet Doll, llegó después de él con la cabeza agachada adentrándose en la habitación hasta arrodillarse a mí lado.
— Sweet, ¿Qué haces aquí? —murmuró el hombre.
Era alto, con músculos brotando de sus brazos, hombros y piernas, el cabello negro lo usaba largo amarrado en una cola baja y sus ojos azules se me hicieron muy parecidos al hombre de ayer. Incluso habían rasgos que me parece, compartían, como los ojos felinos y la raniz recta.
— El jefe me envió a supervisar a la nueva. —susurró la chica.
— ¿Quién es la nueva?
Ella me observo así que alce la mirada.
— Soy yo, señor. —susurre.
Sus ojos descendieron de mi rostro bajando por todo mi cuerpo, entrecerró los ojos. Su mirada me congelo en mi lugar, no quería moverme, hablar, o hacer cualquier reacción.
— Su nombre es Dafne. —la señorita Wasler entro a la habitación. — La estoy entrenando. ¿Qué sucede?
— Habrá una reunión en la noche, en el club. Vine a informarte.
— Estaré ahí.
Los dos asienten, a pesar de la frialdad que ronda el cuerpo de ambos me parece ver un enlace que los hace sonreír.
— Son hermanos. —susurra Sweet a mi lado.
El hombre se va así que cada quien continúa con lo que estaba haciendo, la ojiverde me imita estirándose aunque no tiene tanta flexibilidad como yo.
— Él, la señorita Wasler y el jefe. —continua. — Son los encargados del imperio ingles.
— ¿Imperio ingles? —susurre.
— ¿En serio eres tan despistada? Dafne... Son mafiosos, eres bailarina de la mafia inglesa.
Alce la mirada de mis manos entrelazadas observándola con los ojos abiertos de par en par. El corazón se me acelera y las manos me sudan volviéndose resbaladizas a la hora de sostenerme, el miedo que se instala en mi garganta me evita pasar saliva.
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Soy Daño Colateral.
Teen FictionNo supe que decir para iniciar la historia. No sabía que decirle a él para que nunca terminara y pudiéramos vivir felices por siempre. No sabía cómo gritar aquellos sentimientos que tenía ahogados en el pecho. Pero si sabía cómo comenzaba aquello: ...