XXXIX

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Dafne

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Dafne.

El vuelo hacia Bulgaria no es tan largo como creí, aún así en mi mente todo pasaba con lentitud, si cerraba los ojos podía ver sus ojos azules mirarme con odio, frialdad, desconfianza y asco... Mantuve la mirada fija en el portátil donde veía una serie de la elite de Manhattan para distraer mi mente, no sabía cuántas veces la había visto pero seguía siendo mi favorita.

Bajamos del avión cuando el piloto nos permitió hacerlo, y apenas llegué afuera había un auto último modelo de un color brillante que me hizo fruncir el ceño, del vehículo bajo Violet. Avance con mi guardia detrás de mí hasta que me detuve delante de ella, Violet me recibió con un beso en cada mejilla, su piel estaba fría.

— Es todo un gusto verte. —dice sonriente. — ¡Nos divertiremos muchísimo! Hace tiempo no tenía una amiga.

— Por hace mucho, se refiere a que no trata con ninguna chica de su familia que le agrade. —un rubio de ojos grises bajo del auto.

— Cállate, copia. —ella lanza su puño cerrado hacia el hombro del hombre y me parece ver que su mueca de dolor es sincera.

— Puedo ser una más. —le aseguro y ella chilla con emoción.

— Vamos, debes estarte helando.

Agradezco eso y abordo el auto una vez que ellos lo hacen, dentro los asientos son lila... Primera vez que veo un auto tan extraño, pero el olor entre dulzón y cítrico de su perfume está en cada rincón del vehículo, observo cada detalle del auto mientras las dos personas van hablando en lo que creo es búlgaro.

Este auto debe costar una fortuna.

— Dafne... Haremos una parada. —me notifica ella.

Le asiento sin darle tanta importancia, quiero ver cada rincón del país, más que todo para distraerme del miedo que pase hace unas horas. A nuestro alrededor van cuatro camionetas en una especie de cruz, dejamos atrás los árboles para adentrarnos a una ciudad.

Bienvenidos a Sofía. Leí mentalmente y sonreí, tenía mucho tiempo que no viajaba.

— ¿Recuerdas cuando casi te matan aquí?. —escucho que le dice Violet con ese tono divertido que la caracterizaba.

— ¿Tengo que recordarte cuando casi mueres ahogada en el lago por bruta? —le responde de la misma manera el rubio que me resulta conocido.

Frunzo el ceño escuchando la discusión que tienen ¿Qué quién se iba a morir en dónde?

— Eres una pesada.

— Pero aún así te juntas conmigo.

Violet sonríe victoriosa cuando ve que el hombre no tiene como refutarlo. Y yo que creí que tenía una vida disfuncional... El auto se detiene a las afueras de una clínica, mis nervios son automáticos.

Soy Daño Colateral. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora