Entre por un costado del escenario dejando las cortinas atrás, podía sentir la presencia de la mujer caminando detrás de mi, las manos me temblaban ligeramente hasta que llegue ante el público.
Todo estaba oscuro, las primeras mesas estaban alrededor de la extensión de la tarima y eran iluminadas por las mesas de la misma, la barra también estaba iluminada. Frente a mi, se cernía un palco privado dónde había una silla monárquica pero estaba vacía.
Slow down comienza a sonar por las bocinas del lugar, todos los hombres me miraban expectantes. No tenían cara de ser criminales, al contrario de eso, habían muchos con atractivo, otros tenían el físico de ser políticos, empresarios, incluso ví a un grupo de policías. La introducción de la canción hace que las luces del escenario bajen, logro ver mi silueta en la extensión, me levanto en puntillas colocando un pie delante de otro, antes de poner los brazos en quinta posición.
Cierro los ojos dejándome llevar por la oscuridad del párpado, aunque los tormentos de las advertencias médicas llenan mi mente que se va callando con la melodía. El baile nubló mi mente y cuando abro los ojos estoy en una habitación diferente con un hombre sentado en una silla monárquica.
El split perfecto me lleva al suelo antes de sentarme y separar ambas piernas. Siento la mirada del hombre sobre mi, sus gruñidos llenan mis oídos y eso me excita. Sus movimientos sobre su cremallera hacen resaltar el bulto que tiene, me desea y sus ojos gritan protección, alrededor hay hombres que desean tocarme pero con los pasos los evito aunque cuando quiero llegar a él la coreografía me obliga a regresarme. Extiendo mis piernas, me ofrezco a él en cuerpo y alma, deseosa que me toque y me haga suya.
Push a little further on the edge...
Crawl a little further on the bed, babe...
I'm burning up, yeah, all I see is red...
She said: Fuck me like I'm famous...
I said: No way...Regreso a la realidad antes de que la coreografía termine pero no me detengo, tengo la sensación de que alguien me observa, alguien con una mirada pesada y atrayente. Al alzar la mirada observo a un hombre, sus brazos están recostados de la orilla del palco privado, sus ojos azules están encima de mi, hay una mujer a su lado pero no le presta atención.
Sigo con el espectáculo sin detenerme, con uno de los giros las punzadas regresan a mi cabeza, siento que en cualquier momento puedo caer desmayada, controlo la respiración separando un poco los labios. Su mirada es agobiante para mí debil cuerpo que se está quedando sin fuerzas, la mirada se me torna borrosa.
Slow down, slow down
I'm about to show you, baby, slow it down
(Yeah)El último giro logro disimularlo figiendo que quedó en el suelo, pero en la realidad mi cuerpo perdió fuerzas, la cabeza me da vueltas y las punzadas acaparan cada lugar de mi cabeza y nuca. El oxígeno no llega a mis pulmones, caigo en desesperación en silencio, giro la mirada buscando ayuda pero no consigo más que aplausos, comentarios indecentes, dinero y tragos, aún así lo último que veo antes de caer en un remolino oscuro, es el Pacífico de sus ojos.
Al caer en consciencia lo primero que siento es mi abdomen subiendo y bajando con mis respiraciones calmadas, al abrir los ojos vuelvo a encontrarme en la habitación así que supongo que volví al extraño lugar bajo tierra. Tomo asiento con el dolor de cabeza aún latente, sin embargo, el olor a comida recién hecho despierta mis sentidos.
Frente a mi, hay una mesa armable que tiene comida, suficiente para dos personas. Intento abrir la puerta pero está cerrada, el frío sigue siendo imponente pero la comida está caliente, agarro una nota que está a un lado de la bandeja.
Come, niña, te lo mereces. Te has portado bien.
— Wasler.Los ojos se me cristalizan con la esperanza y sin tardar tanto tomo la bandeja comenzando a comer. Pruebo las tostadas francesas, también el picadillo de pollo con aguacate, me deleitó con el jugo de melocotón que hay a un lado, saboreo la ensalada que fuera de este lugar no me gustaba y hoy veo como una bendición.
Cuando voy a probar la Magdalena de chocolate la puerta de mi habitación se abre, veo a Sweet Doll y se me pierde el apetito. Su rostro está lleno de lágrimas y sus brazos amoratados.
— Buen provecho, campeona. —murmura con la voz quebrada.
Suelto el cubierto y aparto la bandeja cuando ella entra sentandose a mi lado, la puerta vuelve a cerrarse.
— Lo hiciste muy bien, Dafne. —continua.
— ¿Qué te paso? —voy al grano.
— Estoy bien. Solo disputas. —se encoge de hombros antes de secarse las lágrimas.
— Sweet, no estás bien... ¿Te golpeó? ¿El gran dios poderoso al que tanto quieres te toco?
Sonríe un poco con el apodo que le puse al supuesto "jefe", pero aún así no quita mi mirada preocupada que repasa los golpes en sus brazos.
— No... No fue él. —susurra.
— Entonces, ¿Quién?
— Fue una disputa entre sumisas. —asegura. — Ser la mejor en algo no es seguro ni allá afuera, ni aquí adentro.
Asiento con la despreocupación de Sweet, me acomodo en la cama cubriendome con las cobijas.
— ¿Qué tal tu primer show? —murmura cambiando su expresión.
— No lo recuerdo. —me sincero.
— ¿Que? Pero si estuviste asombrosa...
— La enfermedad suele borrar recuerdos de corto plazo. —explico manteniendo la calma, alterarme solo empeorará las cosas.
Sus cejas se curvan con preocupación pero no dice palabra alguna hasta pasado un rato, me comenta que su madre sufría de algo parecido y que se encontraba en la misma situación por muchos motivos como el estrés.
— ¿Quieres Magdalena? —cambio el tema. — Es de chocolate.
— Vale, no puedo decirle que no al chocolate.
Con el cuchillo corto el bizcocho por la mitad entregándole una parte a ella, y probando el otro bocado.
— Esto será nuestro secreto... —dice saboreando. — No tengo permitido comer si no estoy con el jefe.
— Eso es horrible. —susurro.
Ella no parece muy exigente con sus derechos así que solo se encoge de hombros restándole importancia. Sigo observando disimuladamente los golpes que tiene en los brazos y que parece otra cosa que no sea disputa entre sumisas.
Se retira un tiempo después dejándome sola, son las cuatro y cuarenta así que preparo la cama esperando para enfrentar el infierno que es salir de esta habitación. Vuelvo a evocar el recuerdo de mi hermano sonriendo en la heladería, me convenzo mentalmente que solo piensa que estoy siendo rebelde y no quiero abrirle la puerta de mi apartamento, aunque muy en el fondo tengo la sensación de que simplemente no le interesa.
Intento pensar en lo que sucedió ayer, pero solo tengo el recuerdo de ver a la señorita Wasler sacando un arma y empujándome al escenario, sin embargo, como si fuese importante mi mente agrega unos ojos azules que calmaron mi respiración antes de perder la conciencia.
ESTÁS LEYENDO
Soy Daño Colateral.
Fiksi RemajaNo supe que decir para iniciar la historia. No sabía que decirle a él para que nunca terminara y pudiéramos vivir felices por siempre. No sabía cómo gritar aquellos sentimientos que tenía ahogados en el pecho. Pero si sabía cómo comenzaba aquello: ...