XII

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Cuando logré despertarme el dolor de cabeza empeora, sigo en el suelo y el frío penetra la habitación hasta calarse en mis huesos, pasó el dorso de mi mano por mis mejillas notando el líquido carmesí

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Cuando logré despertarme el dolor de cabeza empeora, sigo en el suelo y el frío penetra la habitación hasta calarse en mis huesos, pasó el dorso de mi mano por mis mejillas notando el líquido carmesí. Observó mi alrededor, es una habitación común, me levanto y avanzó hasta una de las puertas consiguiéndome un baño.

Me detengo frente al espejo, entreabro los labios de temor al mirar mi rostro. Tengo lágrimas carmesí que están secas, recorren desde mi lagrimal hasta bajar por mi cuello, desde uno de los orificios de la nariz también llevo sangre seca que pasa por mis labios. Tengo pequeñas venas rojizas marcadas en la zona de las ojeras.

Oh Dios mío. ¿En qué me estoy convirtiendo?

Automáticamente miro mis dedos, el color morado se a extendido hasta cubrirlos por completo. Agarró mi cabello entre mis dedos para intentar desenredarlo un poco, pero mechones largos y abundantes quedan en mis dedos.

La respiración se me torna pesada y las lágrimas llenan mis ojos, me deslizó por la pared del baño hasta quedar sentada. Me había resignado a morir, entendí y acepte la situación con dolor, se que no podía cambiar nada de lo que me sucedía pero aún así me pregunte ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo entre tantas personas? Y luego me raptaron y volví a preguntarlo, en ese banco pudieron haber miles de personas y aún así me agarraron a mí.

Era como una maldición.

Mientras más seguía pasándome las manos por el cabello más se caía así que deje de tocarlo y simplemente deje que se quedará como quisiera, volví a la habitación y me asome por la ventana, calculé que mínimo debíamos estar en el piso quince o dieciocho, el piso se veía lejos y el cielo más cerca, aún así se veían hombres uniformados en la entrada del lugar.

Escaparse de la mafia inglesa es imposible, o eso era lo que había escuchado. Volví al baño y abrí la llave del lavamanos, bebí agua con cuidado de no hacer un desastre y luego lave mi cara con cuidado.

Las horas pasaron y nadie llegó, abrí las cortinas de la habitación para poder ver el cambio de horas, el sol se filtraba por la ventana cuando tome asiento en la cama mirando fijamente la puerta, no han habido ruido, ni pasos. Observé la habitación notando que parecía estar habitada, o al menos haberlo estado, un rayo del sol que entra desde la ventana apunta hacia la puerta entreabierta del armario, dentro de este brilla algo.

Me levanto acercándome hacia allá, al separar las puertas veo unas cajas y una ropa de niña colgada en el lugar, observó los leotardos que están, hay rosados, verdes, amarillos, anaranjados, azules, también hay pantalones de mezclilla pequeños y vestidos de una marca parisina. En el interior de la puerta hay una fotografía, en ella salen una niña de ojos castaños claros y cabello negro, luce sonriente mientras la abraza sonriente una mujer de ojos castaños y cabello rubio, detrás de ellas sale Bastian con un pequeño perro en la mano y sonriendo, debajo de la fotografía hay una oración: Mi linda familia.

Soy Daño Colateral. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora