XXV.

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Bastian se descarga en mi interior, suelta  un suspiro de satisfacción antes de recostar su frente en la mía, su nariz se acaricia con la mía de manera intima como si quisiera decirme algo de forma silenciosa

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Bastian se descarga en mi interior, suelta  un suspiro de satisfacción antes de recostar su frente en la mía, su nariz se acaricia con la mía de manera intima como si quisiera decirme algo de forma silenciosa. Saca un pañuelo de su traje y lo pasa entre mis piernas con cuidado antes de dejar un pequeño beso en mi muslo interno.

Para salir del baño él me lleva en brazos para que no ensucie mis zapatos de sangre, al salir del pasillo vuelve a dejarme en el suelo y avanzamos hasta el palco privado, nuestro alrededor está solo al igual que la mesa donde estábamos comiendo, poco a poco comienzan a salir los trabajadores.

— Come. —me ordena señalando el plato.

Sale del balcón y abre las cortinas para poder verme desde dónde esté. Comienzo a comer bajo los gritos del hombre al ver al alcalde del pueblo, grita, maldice y comienza a enfurecer lentamente, pruebo las papas fritas con la salsa mientras observó la actitud de todos en el restaurante, sale el chef, los ayudantes, el mesero e incluso hasta los de limpieza quienes no tardan en comenzar a recoger el desastre.

— Vámonos. —me extiende su mano así que la tomo.

Salimos del restaurante abordando nuevamente su camioneta, se asegura de que tome asiento a su lado antes de regresarnos al motel. Sin embargo, el auto va reduciendo velocidad en lo que estamos por llegar, en el estacionamiento hay dos camionetas donde nos trasladaban, mi cuerpo se tensa y me encojo en mi puesto.

— Vete a los asientos traseros y escóndete. —murmura tenso. — Saldrás solo cuando yo venga a sacarte.

No estoy en la opción de llevarle la contraria así que obedezco y tomó asiento en el espacio reducido que dejan, el vehículo vuelve a retomar velocidad antes de detenerse. Bastian me da una última mirada de soslayo antes de bajarse.

Abrazo mis piernas en un intento de darme calor, la calefacción se apagó y el frío comienza a meterse a la camioneta. Cuando las personas exteriores comienzan a hablar puedo escucharlo todo.

— Bastian. —esa es la voz aguda de la señorita Wasler, puedo imaginarla con sus típicos trajes blancos y usuales zapatos color crema, con el cabello negro de lado con copete y a la altura de los hombros.

— Wasler, Adrián, ¿Qué hacen aquí?

— Tienes una semana sin aparecerte en casa. — la voz gruesa del hombre de ojos azules, al que supongo se nombra Adrián, se escucha tensa. — Supusimos que algo andaba mal.

— No hay nada mal, marcharos. —ordena.

— Bastian, no puedes desaparecer así por así. —habla la señorita Wasler. — Te llevaste a Dafne, todo los clientes la piden a ella y ahora no quieren a nadie más... ¿Dónde está?

— Dafne no está, ni estará disponible. —gruñe Bastian, puedo imaginarlo contrayendo el rostro y en su entrecejo formándose dos líneas.

— Hermano. —es la primera vez que escucho que alguien se dirige de esa forma a él. — Se que ella es la hija del hombre que asesinó a... Dani... Pero véngate de ella y deja que se la cojan, ¿Qué es peor para una mujer más que la humillación sexual?

Soy Daño Colateral. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora