No supe que decir para iniciar la historia. No sabía que decirle a él para que nunca terminara y pudiéramos vivir felices por siempre. No sabía cómo gritar aquellos sentimientos que tenía ahogados en el pecho. Pero si sabía cómo comenzaba aquello:
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En lo que resto del día no vi a Bastian, a la mañana siguiente tuve la sensación de haberlo tenido cerca pero cuando desperté no estaba, solo una bolsa de diseñador con un vestido elegante adentro, me duche y luego de colocarme las medias térmicas enfunde mi cuerpo con el vestido rosado y luego me coloque unos botines que también venían.
Tomo asiento en la barra del desayuno observando el plato que estaba tapado y llevaba mi nombre, jugué con el desayuno estando sola bajo la mirada del hombre que supuse sería mi guardia por el día de hoy.
— ¿Dónde está Bastian? —murmure una vez que termine el desayuno.
— No sé.
— Eres su guardia principal...
— El señor Edevane nos dio una orden clara.
— ¿Qué orden? —me levanto del taburete dejando el plato exactamente igual.
Me observó de manera impenetrable.
— El señor Edevane no quiere que usted sepa dónde está.
No respondí al instante, avance hacia el ascensor con el siguiéndome con un metro de distancia.
— Como si no supiera que está con Sweet Doll. —murmuro de mala gana y su rostro se rompió con una mueca de pena.
Las puertas metálicas se cierran y al llegar al estacionamiento todo está oscuro, me aferró al brazo del guardia haciendo que se tense bajo mi tacto, aún así sigue caminando hasta ayudar a que me monte en una de las camionetas.
Observó por la ventana con aburrimiento, sigo comparando mentalmente mi rostro un tanto aniñado delante del rostro marcado de Bastian, hago una mueca con los labios cuando el rostro de Sweet Doll llega a mi mente, con su nariz recta y mandibula encajada...
Nos detenemos en una pequeña clínica de las altas zonas inglesas, antes de que pueda bajar, Dariel abre la puerta por mi y ambos ingresamos al lugar, dentro tiene algunas paredes rosadas y otras en blanco, también hay cuadros de modelos reconocidas, cantantes y actrices.
— Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlos? —pregunta amablemente una chica tras el mostrador con uniforme rosado.
— Hola... Soy Dafne Fletcher, creo que tengo una cita hoy...
— Déjame revisar.
Se mete en la computadora observando tras sus grandes gafas negras, me trueno cada dedo con nerviosismo cuando se gira y me observa.
— No hay ningún apellido Fletcher registrado, pero si hay una Dafne Edevane ¿Es usted? Dieron su referencia...
Aprieto los labios en una fina línea, siento los ojos cristalizarse bajo mis párpados.
— Si, soy yo. —murmuro. — Disculpa, no me acostumbro a mí apellido de casada. —miento.
— Tranquila, a mí me pasa lo mismo... —sonríe con diversión. — Sígueme.