Capitulo.25

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Una mansión en Nápoles

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Una mansión en Nápoles.

Valtor.

El sudor baja por mí frente desde la madrugada, las manos me arden y los dedos se entumecen de apoco cuando la frecuencia cardíaca sube en cada golpe.

La luz va y viene por la estática, el oxígeno aquí es poco y sigo dándole a la bolsa desahogando este sentimiento que me comprime el pecho. La rabia acumulada, el ardor que tiene la piel de mi nuca mas el entumecimiento de mi cuerpo por las descargas.

Mis oídos reciben la melodía que viene combinada con gritos, pedidos, súplicas que requieren que pare, estoy cegado por este frenesí que no para, no me da descanso y sigo guanteando hasta que la sangre salpica y los huesos crujen.

No me importa cuánto dolor pueda infligir, puedo estar sangrando y tener los nudillos rotos pero no dejaré de pelear.

Los cuerpos que penden del techo con un gancho que les atraviesa las manos se tambalea en cada guantazo, uso sus complexiones como bolsa de box la cual alimenta este deseo de ir a derramar un rio de sangre, la tela que cubre a los esclavos se mancha de sangre, mis vendas también y los nudillos me arden.

Tengo recuerdos borrosos que quiero conseguir, necesito traerlos de vuelta a mí mente o este sentimiento estremecedor me quebrara los cimientos que he estado trabajando todos estos años.

En lo que llevo vivo jamás pense en pasar por algo igual y lo que me tiene con un sinsabor es que no puedo sacarme de la mente su imagen, su dolor no me gusto, me vi nublado, la ira me cegó e hice cosas que no tienen perdón pero ella supo devolverme el golpe.

La culpa no es digna de un Zar pero Mikayla... Laia hizo que ese sentimiento me aborde al verla llorar y recordar su rostro en la cabaña me removió algo en el pecho que aún duele.

Todo ese sentimentalismo desbordo una sensación nueva en mi pecho, embriagarme hasta perder el uso de razon no fue algo que solucione mi estado porque lo unico que logro fue ir a seguirla... esa cria me electrocuto.

—No comió por horas, tampoco durmió y lo encontraron medio muerto en una ruta desolada en la madrugada ¿Hay algo malo con usted?.—Morris abre la puerta de la jaula y lo ignoro.

Sigo repartiendo golpes bajos oyendo los gritos, esa melodía, melodía que calma mis pensamientos.

Me siento extraño, no comprendo que es esto.

—Creo que hay algo malo conmigo.—Lo acepte tocando el centro de mí pecho.

Esto continúa, es algo que se aloja en mí tórax y se incrusta cada vez más.

Mate a muchas personas, masacre a miles de clanes y jamás sentí este pesar, sus lagrimas hacen algo que me jode los instintos.

—Puede dejar la tortura para después ¿No cree? Dígame qué está molestándole.

Deseos Insaciables [+21] |SANGRE, LUJURIA Y TRAICIÓNES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora