Deseos Insaciables [+21] |SANGRE, LUJURIA Y TRAICIÓNES.

Capítulo.20

Fuego infernal.

Mason

Observo el cielo celeste que se torna gris cuando todas las nubes se agrupan sobre el sol, ese circulo anaranjado desaparecio tornando el dia oscuro sobre todos nosotros.

Escucho las conversaciones, los audífonos que tengo puestos desde la mañana no se despegan de mis oidos y no lo aran hasta que encuentre algo. Ir a Groenlandia no funciono, no encontramos nada alli.

—Deberían darnos mas de una semana de vacaciones—Murmura Elijah a mi lado estirando sus extremidades en el asiento de la aeronave.—Hemos echo demasiado en esta misión, se nos congelaron las bolas en esa cabaña mientras Emma y Jax están en Paris dentro de miles de burdeles.

Paris... ese lugar me trae demaciados recuerdos.

—Sigue soñando, mientras no encontremos nada el ministro no nos dará mas de siete días de descanso y el presidente seria capas de acortar los dias con tal de traer mas dinero a sus bolsillos.

Miraba las camaras de la computadora ignorando que sigue quejandose de todo, al llegar a Groenlandia no hubo momento en el que se quedara callado, todo le molestaba o lo odiaba.

Hubiera cambiado el lugar con Emma y al menos tendria con que divertirme, esa capitana sabe lo que deseo sin decirle ni una palabra. Es una lastima que este a punto de casarse.

<<Que desperdicio.>>

Veo, observo y analizo todo, cada rincón sintiendo algo en el pecho que me atormenta. La caja torácica la tenia como una bóveda de acero presintiendo ese mal augurio.

Aun no se sabe nada de Valtor ni de Mikayla, ya deberían de haber estado en la central.

—¿Sabes algo de las demas misiones?.—Lo mire de soslayo esperando que diga algo, se tardo en buscar la informacion que le pido.

—La red de la central esta vacia, no hay informacion de los operativos y ni de los que fueron a las misiones.

En la pantalla de su movil se veia que alguien habia interrumpido la señal, el canal estaba bloqueado, metieron la mano en mis cosas.

Pase por alto las camaras que colocamos en Groenlandia buscando la red de la central y quitándome los audífonos a la vez, mi ordenador se recalienta por tantos códigos, contraseñas y cosas que almaceno en ese acceso.

La persona que metió la mano en mi trabajo pagara muy caro lo que hace, no se porque, no entiendo el motivo de ocultar algo.

—¡Maldición!.—Gritó frotándose el rostro.

—No me desconcentres.

—Intervinieron los móviles de todos, no puedo entrar ni a la base de datos de la central.—Volvio a mostrarme la pantalla en negro de su aparato y el calor del teclado de mi ordenador hizo que lo soltase.