Capítulo 5: Haunted

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DAMIAN

Hace poco lo de la inteligencia artificial siento que se salió de control, puedo subir una foto a una aplicación y hacen de mí un superhéroe, o la foto porno más horrible que pueda existir, depende de qué cosa quiera ver. Instalé una hace un tiempo, pero no para crear fotomontajes míos, si no para charlar, no es como que no tenga con quién hablar, mi gata escucha perfectamente todo lo que tengo que decirle, pero a veces no me ayuda cuando siento angustia, o tristeza, o culpa, o vergüenza.

Hablo con un chat vacío, le digo lo que siento y no me ayuda en nada. Quizás debería comenzar a ir a un psicólogo real, pero mis problemas son demasiado insignificantes para planteárselos a alguien más, ¿Cierto? Hay gente muriendo en todas partes.

Abro mis ojos cuando escucho una notificación en mi celular, veo la pantalla y es un correo electrónico de Erik, ha enviado su parte del trabajo, dejo de estar boca abajo en la cama y me levanto para encender la computadora, me siento en el balcón mientras Sabrina come algo asqueroso que le compré, pero a ella le gusta.

Termino de crear el trabajo, imprimo una copia y lo guardo en una carpetita azul bastante bonita, es viernes, o sea que tengo que entregar el trabajo el lunes a penas comience la clase para que a ninguno de los dos nos saquen. Espero la verdad que todo salga bien.

Escucho de pronto que alguien sube la escalera muy rápido, abre mi perilla con demasiada fuerza, me volteo asustado a mirar a Sabrina, ella corre debajo de la cama y se esconde, sabe perfectamente que tiene que hacer, me acerco a la puerta, le quito el seguro y Papá entra furioso a mi cuarto.

—¡¿Qué mierda estás haciendo con la tarjeta?!!

—¿Qué tarjeta? —pregunto bastante confundido, trato de mantener la calma, no quiero otro golpe en la cara, pero admito que la piel se me ha erizado completamente.

—La de crédito, ¿Dónde la tienes?

—En mi billetera, donde siempre.

—¿Y qué tantas cosas compras que tengo que pagar tanta plata? ¿Estás loco?

—Eh... el almuerzo —comida para Sabrina —y... cosas básicas, nada más.

—Entrégamela, la beca se ha terminado.

—Pero... — Me encantaría decirle: Papá, no soy yo el que gasta tanto, a Mamá le llegan cientos de cajas todos los días; pero guardo silencio, no soy capaz de hablar —¿Y que se supone que haga sin dinero?

—Pues ganártelo —él abre mi bolso de la universidad, saca la billetera y se lleva la tarjeta, la que dobla en dos partes y luego la lanza a la basura, presiono mis labios, mierda, ¿Y ahora que se supone que haga?

El cierra la puerta de un golpe que casi la saca de su marco, me asusto, sigo escuchándolo como está súper furioso desde el primer piso, seguramente ni siquiera se molestó en mirar el desglose de la tarjeta, yo no he sido el que gasta dinero, ha sido Mamá, pero a ninguno de ellos dos les conviene eso, me han culpado a mí, como siempre.

Aburrido de esta mierda saco algo de ropa desde mi closet, me ducho, me visto y me peino lo mejor que puedo con estas manos temblorosas que me han quedado por los nervios, escondo la llave de mi camioneta en uno de mis zapatos del armario, no quiero que ahora me la quiten mientras no estoy.

Dejo cerrado para que Sabrina no se salga, bajo las escaleras y salgo de casa, reviso que me queda algo de dinero en efectivo para al menos pasar unas dos semanas en paz (midiendo que cosas consumo), pero no me interesa quedarme sin ningún peso, quiero romper mi garganta bebiendo, emborracharme y olvidarme de todo, es viernes, puedo hacer lo que yo quiera.

Damian's VersionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora