Capítulo 6: Crazier

325 49 31
                                    

ERIK

Sábado por la noche, he terminado de ayudarle a Mamá a limpiar las mesas y dejar todo listo para mañana, son las 12:00 am, quiero irme a dormir, pero por alguna razón, también siento la necesidad de hervir algo de agua y tomarme un té acompañado de mi Madre, siempre me da paz y equilibra mi vida, estoy seguro que ella no se da cuenta en lo absoluto.

Pongo dos tazas listas, ella es más de dulce y yo de salado, así que mientras Mamá come un pequeño trozo de pastel de selva negra, yo me hago un emparedado con huevos revueltos.

—¿Entonces piensas contratar a alguien más? —pregunto.

—Creo que sí, nos hace falta alguien en la cocina, ya no me puedo quedarme hasta las no sé cuántas horas lavando —ella ríe —¿Conoces a alguien?

—No, pero cualquier cosa te aviso —mastico mi emparedado, ella asiente, la observo mirándome a escondidas y sonriendo —¿Qué sucede?

—Estás tan grande, Erik, mírate, hace un par de años no sabía qué segundo nombre escoger para ti, y ahora ya estás casi saliendo de la Universidad.

—Ni me lo digas, cuando cumpla 25 en un par de años será mi fin.

—¿Y qué hay del corazón? ¿No hay nadie para ti en este momento?

—No por ahora —río.

—Erik, no me mientas, eres un chico guapo, eso lo sé, ¿No hay ningún chico interesado en ti?

—No —río —No hay prisa.

—¡Por Dios! Claro que la hay, quiero conocer esa parte tuya.

—¿Cómo que parte? No me avergüences por favor —las mejillas se me sonrojan y ahogo mi boca en té para quedarme callado.

—¡Quiero verte salir con alguien! O sea, muero ver al Erik enamorado, el que trae a su chico a casa a ver películas, que lo invita a cenar, quiero ver a tu Papá aburriéndolo mientras habla de soccer con él, que me ayude a cocinar postres para el fin de semana, y si tiene algún problema ayudarle a solucionarlo.

—Mamá —digo con voz seria —No me gusta nadie en este momento, y créeme que no voy a ser tan baboso cuando me enamore de alguien.

—Vale, vale... te creo —ríe ella mientras da el último sorbo a su té —la verdad es que no, no te creo nada, pero el tiempo me dará la razón.

Levanto las tazas, dejo todo limpio y me meto a mi cama, abrazo mi almohada y sonrío al imaginarme todas esas cosas que ha dicho Mamá, pero jamás van a pasar, además Papá no podría hablar de soccer con Damian, ese imbécil ni siquiera debe saber cómo se juega esa mierda.

Al terminar el fin de semana, el lunes temprano por la mañana espero a que Damian aparezca para preguntarle qué tal ha quedado el trabajo, pero no lo veo al llegar, ni tampoco aparece a la hora de almuerzo, me empiezo a tensar, no tengo su número de teléfono para llamarle, ni siquiera lo sigo en las redes sociales, mierda, ¿Y si no llega?

Cuando comienza la clase, me siento a solas, él no aparece.

Tengo ganas de gritar cuando Damian no muestra señales de vida, quizás le sucedió algo, sea lo que sea voy a matarlo.

Intento salir disimuladamente del salón, pero el profesor no puede evitar disfrutar tanto este momento.

—¿Qué tal tu última clase conmigo?

Damian's VersionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora