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𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗞𝗲𝗲𝗻𝗲

Dentro del dojo, Aisha, Miguel y yo practicabámos mientras que el resto hablaba.

—¡Silencio!—gritó mi padre haciendo que todos se callaran—. De frente.

Todos hicimos lo indicado.

Mi padre comenzó a caminar entre los adolescentes.

—Bonita la camiseta—le dijo a Demetri.

—Gracias—respondió el aludido.

—Es broma, es una mierda—comentó mi padre, cortándolo.

Mi padre caminó de nuevo.

—Si tienes una mierda de dientes, no sonrías—le dijo a otra chica.

Volvió a caminar hasta un niño rubio.

》Solo con mirarte, ya me siento virgen.

Caminó hasta su lugar inicial.

》Me paseo por el dojo y no veo cobras en potencia. Veo a pringados y a frikis... Veo a un gordo con gorrita y tetitas.

》Pero en mi corta experiencia como sensei, también he visto milagros.

Nos miró.

》O sea que todavía tengo esperanzas. Primero tengo que conoceros, poneos en formación.

Se escucho un murmullo confuso.

》En fila.

Todos se pusieron detrás de nosotros.

》No, pero no en una fila. En filas, en varias filas.

—¿Cómo en... hileras?—cuestionó Demetri haciendo que mi padre se tapara la cara con sus manos.

[...]

—Posición de combate—habló mi padre—. Golpe directo... No, esperad a que lo diga. ¡Ya!

Todos golpeamos el aire.

》¡Ya! ¡Ya!...

Paseó entre nosotros para luego volver a donde estaba al principio.

—Eh, labio—habló mi padre hacia Eli—. Sí, tú. El del labio raro. Estoy hablando contigo.

—Perdone, señor Lawrence—interrumpió Demetri.

—Sensei Lawrence—corrigió Aisha.

—Vale—respondió el pelinegro—... No debería burlarse del aspecto físico de las personas.

—De acuerdo—habló mi padre—. Entonces no menciono nada del labio.

—Claro que no—respondió Demetri.

—Es lo que os enseñan en el instituto—habló mi padre—. Pero en el mundo real os aseguro que las cosas no se solucionan así.

》¿Me oyes, labio? Si no soportas las burlas, ¿cómo soportaras un codazo en los dientes?

—Pues llamando a la policía—respondió Demetri.

—Tío. Déjalo ya—intervino Miguel.

—¿Qué? ¿No sabe que los nazis perdieron la guerra? ¿Debería tener miedo porque tiene una serpiente en la pared?

》No es un profesor que pueda suspendernos. Le pagamos, y trabaja para nosotros. No puede hacernos daño

Mierda, Demetri.

Mi padre se acercó a él mientras que los demás alumnos le abrían paso.

—¿Ya está?—le preguntó mi padre—. Pégame. Venga, Pégame. Dame aquí.

𝗜 𝗸𝗻𝗼𝘄 𝗜'𝗺 𝗻𝗼𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗹𝘆 𝗼𝗻𝗲 || 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗗𝗶𝗮𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora