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𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗞𝗲𝗲𝗻𝗲

—¡En posición!—exclamó mi padre—. Saludo... Posición de combate.

Comenzó a pasearse entre los alumnos los cuales ya tenían todos el gi con cinturón blanco.

Mi padre pateó la pierna de Halcón.

—Estabiliza tu base, Halcón—le dijo—. Mantén el equilibrio al rotar y al golpear.

—¡Sí, sensei!—respondió el peliazul.

Mi padre se acercó al chico que estaba a su lado.

—¿Te has apartado, virgen?—cuestionó el sensei—. Joder, sois todos unos cagones.

—¡Sí, sensei!—dijeron todos.

Yo miré a mi alrededor, confusa.

—¡No era una pregunta!—dijo mi padre—. Levantad la mano los que nunca habéis recibido un puñetazo en la cara.

Todos levantamos la mano excepto Miguel y Aisha.

—Bajadlas—ordenó el sensei—. Lleváis toda la vida evitando peleas para que no os rompan la nariz o un diente. O por la tontería de las conmociones.

》Solo hay una solución: antes de que os vayáis hoy, todos recibiréis un puñetazo muy fuerte en la cara.

Genial.

》Señorita Robinson, adelante. Haga que espabilen.

—Sí, sensei—respondió la rizada.

[...]

Pude ver cómo mi nariz sangraba tras recibir el puñetazo de Aisha.

—¿Estás bien?—me preguntó la rizada.

—Sí, tranquila—le respondí—. Iré a lavarme.

Me dirigí al baño donde me puse frente a pileta para lavarme un poco la zona afectada.

—Debes taparte la nariz o no parará—escuché la voz de Miguel tras de mí.

Hice lo indicado por él apretando mi nariz con dos dedos.

》Inclínate hacia delante.

Me incliné como el dijo para esperar unos minutos.

—¿Cómo sabes qué hacer?—cuestioné aunque, al tener mi nariz tapada, mi voz salió rara.

—De pequeño me sangraba mucho la nariz—respondió.

Solté una pequeña risa.

》No te rías. Si lo haces dejaré de ayudarte.

—Bien, perdón—dije aunque aún sonreía.

—Déjame ver—pidió.

Me incorporé de nuevo destapando mi nariz, él se acercó para mirarla.

Estaba tan cerca, y él a mí me estaba gustando demasiado, pero no podía hacer nada. No sabía por qué.

No era capaz de hacer lo mismo que con los otros chicos. No podía simplemente besarlo, por mucho que lo deseara.

Sus ojos encontraron los míos, el marrón de estos me transmitía confianza y el querer quedarme mirándolos todo el rato.

Sin poder oponerme, bajé mi mirada a sus labios, los que tanto deseaba probar, pero me obligué a mi misma a subir la mirada a sus ojos de nuevo.

Mi corazón estaba latiendo muy rápido, no sabía por qué, pero me preguntaba si él podría notarlo si mirase.

Noté su mirada bajar antes de que hablase.

—Estás sangrando de nuevo—dijo.

Aparté la mirada para ir de nuevo al lavabo a limpiarme.

》Ponte un algodón. Yo... yo voy a hablar con el sensei.

Miré cómo se iba.

¿Lo había incomodado?

22•03•2024

Corto, pero quería separarlo del siguiente.

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𝗜 𝗸𝗻𝗼𝘄 𝗜'𝗺 𝗻𝗼𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗹𝘆 𝗼𝗻𝗲 || 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗗𝗶𝗮𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora