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𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗞𝗲𝗲𝗻𝗲

-Gracias por venir, de verdad-me dijo Sam-. Necesitaba refuerzos urgentes.

Unos cuantos niños pasaron correteando por delante de nosotras.

-No es nada-respondí-. De todas formas, estaba aburrida en mi casa.

-Es que no entiendo qué pinto aquí-mencionó la rizada.

-Sheila hace diez años que trabaja para nosotros-mencionó Amanda-. Es como de la familia. Además, te encantaba cuidar de Cindee.

Amanda saludó a la que supuse que sería Sheila.

-Ya, pero es que este sería el último sitio en el que pasaría el sábado-se quejó Sam.

-Hay mucha gente que está peor que tú-respondió su madre-. Vayamos ahí. Hay una función.

La seguimos hasta donde estaban todos los niños sentados esperando a que el espectáculo comenzara.

Empezaron a salir unas chicas disfrazadas de sirena, entre ellas, Tory.

Solté una pequeña risa a la vez que Sam.

La rubia, que llevaba una peluca morada, al darse cuenta de nuestra presencia; nos miró con asco.

-¿En serio este sería el último lugar en el que pasarías el sábado?-cuestioné hacia Sam-. Porque en mi lista está el primero.

[...]

Estaba con Sam sentada donde Tory contaba una historia a los pequeños.

-El dragón me llevó allí para comerme viva-contaba Tory-. Pero entonces el príncipe vino a rescatarme.

-¿Es el príncipe que le robaste a la otra princesa?-cuestioné.

-La otra princesa ya no salía con él príncipe-contestó Tory para luego proseguir con la historia-. El caso es que el dragón derritió la espada del príncipe escupiendo fuego. Así que me tocó salvar al príncipe.

-¿Con qué?-interrumpió Sam de nuevo-. ¿Con un arma como una pulsera de pinchos o unos nunchakus?

-No, cantando una canción mágica-respondió la rubia.

-¡Anda! ¿Y cómo era esa canción?-le pregunté.

-¡Eso cántanosla!-comenzaron a pedir los niños-. ¡Sí, cántala!

Tory me miró mal un momento antes de mirar a los niños de nuevo.

-Hermoso dragón, es hora de dormir-comenzó a cantar-. El sol ya se pone y ovejitas contarás.

-Vaya, y yo creía que el kárate se te daba mal-dije con burla antes de levantarme para irme.

Caminé con Sam hasta una de las mesas.

-No sabía que molestarla me hiciera tanta falta-comentó Sam.

-La verdad es que sienta bien-continué.

De repente, todos los niños se acercaron a nosotras tirándonos toda la purpurina encima.

Tory nos mandó un beso.

La miré mal.

Sam y yo comenzamos a tratar de limpiarnos la purpurina cuando Miguel se acercó a nosotras.

-Qué interesante, vais rollo... ¿bola de discoteca?-cuestionó, divertido.

Entonces se me ocurrió algo.

Vi la mirada de Tory en nosotros así que me acerqué a mi novio y lo besé mientras acariciaba su pelo.

-Estás muy guapo-le susurré al separarnos.

𝗜 𝗸𝗻𝗼𝘄 𝗜'𝗺 𝗻𝗼𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗹𝘆 𝗼𝗻𝗲 || 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗗𝗶𝗮𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora