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𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗞𝗲𝗲𝗻𝗲

Estaba a punto de llegar tarde al entrenamiento.
Al llegar, abrí la puerta y me quité los zapatos ya que para mi suerte ya llevaba el gi puesto.

Me fijé en la cantidad de gente que había allí.

—¡Atención!—habló mi padre—. Formad filas. En hileras ordenadas y rectas. A ver si tenéis madera.

Papá se paseó entre todos los que estábamos ahí.

》Poneos firmes zanahorias... Los padres no pueden quedarse a la clase. Es por el seguro.

—No soy un padre. Vengo... ¡Vengo para aprender a golpear primero, señor!—habló el hombre de camiseta azul.

—¿Te conozco de algo?—cuestionó el sensei.

—Ah, sí. Le vendí el espejo. Conectamos bien, hablamos de bandas de rock...

—Oiga, esta clase es para adolescentes—habló mi padre.

—Bueno, no me importa. No me dan miedo, y mi madre no me cobra el alquiler, así que tengo mucho dinero para gastar—le dio un billete.

—Ya—respondió mientras lo tomaba—. Hoy solo será una prueba. Creía que el último grupo de alumnos daba pena. Pero, si hacéis lo que digo, podréis convertiros en luchadores. Pero para eso hay que luchar. A ver, ¿quién quiere enfrentarse al campeón?

Un silencio inundó el dojo durante unos segundos.

—Yo misma—se escuchó una voz femenina.

Me giré y pude ver a una rubia.

—¿En serio?—cuestionó mi padre.

—Vi vuestra exhibición en el Valley Fest—habló la rubia—. Sabéis hacer numeritos. Pero, ¿realmente sabéis pelear?

Alcé mis cejas.

—Eso me suena a reto—dijo mi padre.

—Me gustan los retos—comentó la rubia.

Mi padre la miró en silencio antes de girarse.

—Díaz. Demuéstrale a la señorita sobrada de qué va Cobra Kai—ordenó mi padre.

Todos dejamos espacio en el centro dejándolos a ellos dos en medio.

—Oye, ¿seguro que quieres...?—cuestionó Miguel, pero la rubia le lanzó una patada, antes de que terminara, golpeando su pecho—. Vale, vamos allá.

Comenzaron a pelear. La chica lanzaba golpes agresivos aunque Miguel lograba pararlos o esquivarlos.

—Ven aquí—le dijo Miguel.

La chica se acercó y Miguel la tiró al suelo.

Ambos comenzaron a lanzar golpes.

》Se te ve venir.

La chica consiguió tumbar a Miguel.

—¿Has visto eso venir?—cuestionó la rubia.

¿Estaban coqueteando?

Miguel le hizo una llave tirándola al suelo.

—Puede—respondió Miguel—. Me llamo Miguel.

—Tory.

Le ofreció su mano, pero la chica la tomó para tirarlo.

》Con "y".

[...]

Tras el entrenamiento, acompañé a Aisha al minimarket.

Aisha miró su móvil para después suspirar.

𝗜 𝗸𝗻𝗼𝘄 𝗜'𝗺 𝗻𝗼𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗹𝘆 𝗼𝗻𝗲 || 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗗𝗶𝗮𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora