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𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗞𝗲𝗲𝗻𝗲

La noticia de que Miguel había despertado me había alegrado la semana, claro estaba, pero al estar en el ascensor del hospital me puse un poco nerviosa.

Cuando llegué a la planta correspondiente, caminé por los pasillos buscando la habitación que me habían indicado, hasta que por fin llegué. De allí salía una enfermera.

Desde la puerta, pude verlo mirando al frente algo decaído. Me sentí muy mal.

—Hola—lo saludé haciéndome notar.

Él me miró algo sorprendido.

—Hola.

—No sabía si podía venir sin avisar—mencioné—. ¿Cómo estás?

El puso una mueca haciendo que me diese cuenta de lo estúpida que había sido mi pregunta.

》Ay, perdona. Qué... qué pregunta tan absurda.

—Tranquila—dijo él—. El viernes me operan. Es una doctora de otro estado que hace milagros.

—Qué bien, ¿no?—dije con una pequeña sonrisa.

—No quiero ilusionarme—respondió—. Cuesta dinero. Mi madre pedirá un crédito.

》Además, no hay garantías de que funcione.

—Estoy segura de que tú puedes superarlo—mencioné.

Hubo un silencio antes de que él hablara.

—Siento lo que pasó—se disculpó.

—Tú no hiciste nada—respondí—. Ella se volvió loca.

—Tory lo ha pasado muy mal—la excusó—. Su madre está enferma y...

—Todos tenemos nuestros dramas—dije—. No es una excusa.

—Ya—contestó él volviendo a mirar al frente.

Hubo un silencio algo tenso hasta que recordé lo que había traído.

—Te he traído esto—dije dándole una tarjeta con un pingüino en ella—. Es una tarjeta.

Él la tomó y la miró en silencio durante unos segundos para después sonreír.

》Miguel, siento mucho... lo que ha pasado.

Noté mis ojos aguarse pero me aguanté.

Él negó con la cabeza.

—No, no pasa nada—respondió.

—¡Serpiente!—se escuchó la voz de Halcón tras de mí.

Me giré y el pelirrojo miraba serio hacia nosotros.

—Me voy—informé hacia Miguel

—Vale, vale—respondió.

Caminé hacia la salida para irme, pero Halcón me detuvo al susurrar algo.

—Tienes mucha cara viniendo aquí con lo que hizo tu hermano—me dijo.

—Vete a la mierda, Eli—respondí.

Noté cómo su mandíbula se tensaba al escuchar ese nombre. Me miró mal antes de entrar a la habitación.

Debía de hacer algo para ayudar a Miguel.

[...]

Música resonaba por los altavoces puestos en las aceras mientras que filas de coches esperaban para ser lavados.
Había ido mejor de lo que me esperaba.

—Esto ha sido muy buena idea, Olivia—me dijo Sam caminando a mi lado—. El lavado está siendo un éxito.

—La verdad es que sí.

—Recaudará mucho dinero—mencionó—. Miguel te lo agradecerá.

—Bueno, tú también has servido de ayuda, trayendo a los de tu dojo—le sonreí.

Llegamos a donde estaba Moon.

—¡Hola, Moon!—la saludé con una sonrisa.

—¡Hola!—saludó ella acercándose a nosotras.

—Gracias por traer al equipo de animadoras—agradecí—. Está captando clientes a montones.

Moon soltó una pequeña risa.

—Pero, ¿tú no eras feminista?—le preguntó Sam a Moon.

—Sí, soy feminista sexual—respondió—. Nuestro cuerpo es una forma de expresión.

Asentí sin entender muy bien.

Una periodista de la tele se acercó a mí.

—Oye, ¿nos podrías hablar un poco sobre este lavado benéfico?—me preguntó.

—Sí, claro—respondí con una sonrisa.

—Gracias—dijo la reportera para después preparase frente a la cámara—. Alumnos del instituto West Valley lavan coches para recaudar dinero para una buena causa.

La reportera inclinó el micrófono hacia mí para que hablara.

—Ya casi tenemos mil dólares—informé—. Todo gracias a toda la gente que ha venido, el equipo de animadoras y el Miyagi-Do. Han servido de mucha ayuda.

—¿No fue un alumno de Miyagi-Do quien mandó a Díaz al hospital?—preguntó.

Eso me sentó un poco mal pero no borré mi sonrisa.

—Fue un accidente—respondí—. Miguel necesita nuestra ayuda. Te queremos, Miguel.

—Gracias—me agradeció la reportera—. El lavado se alargará hasta el atardecer...

27•03•2024

𝗜 𝗸𝗻𝗼𝘄 𝗜'𝗺 𝗻𝗼𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗹𝘆 𝗼𝗻𝗲 || 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗗𝗶𝗮𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora