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𝗢𝗹𝗶𝘃𝗶𝗮 𝗞𝗲𝗲𝗻𝗲

—Esto es lo peor que nos podía pasar—dijo mi padre al leer las modificaciones del All Valley—. Competencia de habilidades, la kata no es kárate si no baile, ¿y una división de chicas? Creía que estaban a favor de la liberación femenina, que reciban un golpe como nosotros.

—Sensei, creo que nos vendría bien alguna chica más, así tendríamos más posibilidades de ganar—mencioné.

—Bien, ¿conocéis a alguna chica que le pueda interesar?—cuestionó.

Todos nos quedamos callados.

—Agh, por supuesto que no—dijo mi padre.

—Conozco a una chica del grupo de debate—habló Bert.

—¿Grupo de debate? Queremos asesinas, no empollonas—respondió papá—. Muy bien, dad algunas vueltas a ver si se os refresca la memoria. Ah, y no respireís mucho, en aquella esquina hay moho.

[...]

Papá, Miguel y yo fuimos al instituto a intentar conseguir alguna alumna para el dojo.

—Muy bien, aquí practican los equipos femeninos—dije.

—¿Seguro que podrá con esto?—le cuestionó Miguel a mi padre.

—Por favor, en el instituto lo único que se me daba mejor que el kárate eran las chicas, y el kárate se me daba muy bien—respondió papá—. Mira y aprende, Díaz. Mira y aprende.

Mi padre comenzó a caminar hacia donde estaban los equipos de chicas.

—Seguro que sus métodos para hablar con chicas se quedaron en los ochenta—dijo Miguel.

—Él completo se quedó en los ochenta—respondí.

Miramos cómo papá se ponía correr con unas chicas mientras hablaba con ellas, pero finalmente las chicas se fueron rápidamente.

Después se acercó a otras chicas que estaban sentadas y también comenzó a hablar con ellas para luego darles un papel e irse.

Se acercó a otra chica para hablar con ella.

—Buscamos a chicas rudas como tú—le dijo mi padre—. Es una fábrica abandonada entre el suministro de tuberías y...

La chica le devolvió el papel antes de irse negando.

¿Qué esperaba diciendo eso?

—Bien, plan b—nos dijo papá mientras tomaba una mochila que había traído.

Sacó aceite de bebé para luego obligar a Miguel a quitarse la chaqueta.

—Hazme caso, a las chicas les encanta, ¿verdad, Olivia?—me preguntó.

—¿Qué?—cuestioné.

—Bueno, tú no cuentas. Te gustaría Miguel de cualquier manera—se burló de mí—. Bien. Aplícalo en todos los pliegues hay que moldear las fibras para resaltar la curvatura.

Acompañé a mi padre a hablar con otra chica.

—Lo mejor es que tenemos un grupo de chicos musculosos—dijo mi padre para después señalar a Miguel y que este mostrara sus brazos—.  También tenemos chicas—dijo señalándome a mí esta vez. Sonreí a la chica siguiéndole el juego a mi padre.—, lo que te guste.

—Ya, em... soy asexual—mencionó la chica.

—Sí, ellos también son muy sensuales—respondió Johnny.

Lo miré, incrédula.

Y adivinad... la chica se fue.

Mi padre y yo volvimos con Miguel mientras que este se volvía a ponerse la camiseta que llevaba encima y su chaqueta.

𝗜 𝗸𝗻𝗼𝘄 𝗜'𝗺 𝗻𝗼𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗹𝘆 𝗼𝗻𝗲 || 𝗠𝗶𝗴𝘂𝗲𝗹 𝗗𝗶𝗮𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora