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Conversaciones que hacen llorar y las palabras de la primera hija del amor.
Hedoné vino a buscarme tal lo prometido, su belleza despampanante sigue aturdiendome, miré una última vez a Apolo despidiéndome con la mano, sus ojos brillaban con algo que no reconocí, pero se que mis ojos también brillaban de esa manera.
El deseo de decir algo más, pero no encontrar las palabras.
Mi media hermana carraspeo haciendo que mis ojos volvieran a ella.
—Llegaremos en algunos minutos, el templo de padre no está lejos.
—Eso es bueno.
—¿Eleonora, puedo preguntarte algo?
—Si.
—¿Te estas enamorando de Apolo?
—No, solo somos amigos.
—Los dioses no conocen la palabra amistad.
—Entonces, somos conocidos.
—No deseo que tengas una mala imagen de mí.
—No la tengo.
—Quizás después de esta conversación la tengas—Los ojos de Hedoné brillaron con duda—Pero no permitas esta "amistad" con Apolo.
—¿Por qué?
—Es un Dios, tu una semidiosa, esto solo les traerá dolor y problemas.
—Estas malinterpretando las cosas.
—No lo hago, conozco ese brillo en tus ojos, y los suyos que solo brillan cuando te ven, es un peligro para ambos.
—Apolo es alguien que me ha dado soporte y tranquilidad, no encuentro razón alguna para alejarme.
—Aun.
—¿Hedoné?
—No me malinterpretes, soy a quien menos le importa tu relación con él, o lo que tengáis, es un Dios.
—Sigues repitiendo lo mismo, se que es un Dios.
—Mama se enamoro de un Dios, y ya sabes todo lo que tuvo que pasar para poder estar juntos—Hedoné arreglo su túnica intentando distraerse—Las relaciones con los Dioses nunca son duraderas a su manera, aceptar estar con un Dios es aceptar perder una parte de tu vida.
—...
—Pero el amor no dura toda la vida, menos toda la eternidad—Suspiro—Hera y su esposo son la mayor prueba de ello, Mama y padre también lo son, y tu eres la prueba de ello.
—¿A qué te refieres?
—Tienes veintitrés anos, mama y padre tienen milenios juntos.
Baje la mirada mirando mis manos, mis dedos temblaban levemente, entendía lo que Hedoné me decía, pero Psique y Eros aun son un tema sensible.
