39. Nuevo comienzo.

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39. Nuevo comienzo

ALONSO

Hoy es la primera vez que conduzco rozando el límite legal. Las ganas por hundirme en mi mujer me consumen y suprimen mi lado racional. Mi cavernícola interior toma el control por completo. Con ella me siento tan vivo. Me desespero por la eternidad que demora el portón de la mansión, hago sonar la bocina hasta que hay espacio suficiente y acelero de nuevo. Bajo del Batimóvil sin cerrar, corro para entrar en la casa y subir las escaleras.

Mi respiración es arrítmica cuando me detengo frente a la puerta del cuarto de juegos. Hay una nota que indica que debo sentarme y disfrutar el espectáculo. No entiendo. Cierro los ojos, tomo una bocanada de aire y giro la perilla. En automático, un sugerente ritmo instrumental y olor entre jazmín, canela y madera invade mis sentidos. Doy unos cuantos pasos antes de congelarme. Cada músculo de mi cuerpo se tensa. La habitación está a oscuras exceptuando el fondo, la pared está medio iluminada permitiendo destacar, con efecto proyector, a una exquisita silueta.

Paso saliva.

Una mujer está de espaldas en una pose muy provocativa que resalta sus curvas. El halo de luz no me permite distinguir si va desnuda o no. El corazón se me va a salir. La iluminación de la pared desaparece sumiéndonos en oscuridad total por unos segundos. Aparecen franjas de luces intermitentes rojas que se sincronizan con Partition.

La reina comienza a moverse en medio de dos tubos de manera ultra sensual. Sin quitarle los ojos de encima, tomo asiento en una extraña silla de cuero colocada en el medio de la habitación. El aire se atasca en mis pulmones al verla entregada entre los tubos. ¿Dónde aprendió semejante técnica? Su cabello se agita salvaje como una fiera en celo. Se ve hermosa, confiada, sexy, indomable y poderosa. Está presumiendo su lado más erótico. Por completo desinhibida.

La bragueta de mi pantalón amenaza con reventarse.

Va hacia un sillón tántrico sin dejar de verme, se recuesta para tentarme, estirarse y retorcerse mientras sus manos pasean por todo su cuerpo. Vislumbro lencería negra de tiras delgadas que se cruzan por todo su cuerpo, y apenas le tapan los pezones, guantes que exhiben sus dedos, liguero, tanga diminuto y botas altas de tacón. El conjunto glorifica cada uno de sus atributos. Babeo cuando se pone en cuatro, inclinándose hacia adelante dándome una vista espectacular del corazón que forman sus glúteos. El tanga lo divide a la mitad simulando un jugoso melocotón.

Luce tan ardiente...

Tan felina...

¡Es lo más sensual que he visto en mi vida!

Mis ojos se abren mucho viendo que se tumba sobre su espalda y toma un vibrador. Ah, no. Está loca si piensa que la veré masturbarse como la vez pasada. Me levanto como resorte con las más intensas ganas de follarla ahí mismo; sin embargo, justo cuando me voy a cernir sobre ella, presiona su tacón en mi hombro, deteniéndome.

—Quieto.

—No puedo, reina, me urges. —Acaricio su pierna y beso su tobillo—. Las últimas dos semanas fueron muy frías sin ti.

Su espectacular verde, enmarcado por gruesas pestañas y agudizado por el maquillaje oscuro, emite una peligrosa advertencia.

—Quieto —repite y la punta de su otra bota roza mi abultada entrepierna—. Noto cuánto le encanta lo que ve, pero no soy una necesidad, soy un privilegio y sólo podrá ganarlo con obediencia, signore Roswaltt. Vuelva a su silla o aquí acaba todo.

Gruño y obedezco como perro regañado.

Cruzo mis brazos. No se introduce el juguete, sino que lo pasea por sus pliegues y pone a succionar su clítoris. Todo sin quitarse la lencería. Ni siquiera me deja ayudarla con mi lengua. La tortura dura hasta que cambia la canción, Regina se incorpora jadeante, toma una fusta y viene hacia mí moviéndose al ritmo de like a river. Sus piernas largas me vuelven loco. Me acomodo mejor. Estiro mi mano con la intención de sentarla sobre mi regazo, pero recibo un suave latigazo.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora