10. Capitán

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10. Capitán.

ALONSO

Espero a que me entreguen mi pedido de bebidas y echo un vistazo al piso inferior desde la baranda. La cantidad de gente que vino al evento es desorbitante. Sofía, entusiasmada, tira de la mano de Lena, Wanda Maximoff, de un lado a otro en busca de mercancía Army. Niko, Antman, se mantiene junto a Luther, Star Lord, y Harper, Gamora. Los tres cazan a los cosplayers para pedirles fotos.

Sonrío cuando abordan a un Ironman y Niko señala en mi dirección. Hago un saludo militar y el Ironman me devuelve un asentimiento.

No existe nada en el mundo que me renueve el ánimo tan rápido como ver la sonrisa de mis sobrinos. Mi prioridad número uno es asegurarme que no les falte nada y hacerlos felices. Los he traído a convenciones geek desde que son unos bebés. Natasha solía vestirlos a juego conmigo y Lena.

Mi hermana mayor no era precisamente una fan, pero nos seguía en cada locura que efectuábamos. En momentos como este, donde disfrutamos en familia, extrañarla duele como la mierda. Nataniel no vino con nosotros por quedarse en el restaurante. Aún estoy molesto con él por lo que hizo y el problema en que se metió.

Mi trayecto al piso inferior es interrumpido incontables veces por peticiones de fotos. No es por presumir, pero los frutos del gimnasio llaman bastante la atención. Mamá dijo que si un día Chris Evans no puede continuar interpretando el papel, yo sería el Capitán América perfecto. Tengo las manos ocupadas, así que me disculpo y bajo con mi equipo.

—Mango, maracuyá —reparto los batidos. Enarco una ceja mirando a Luther—. Tu piña colada.

Se encoge de hombros y brinda con Harper. Niego con la cabeza. Empezaron a salir hace unas pocas semanas. El ermitaño, ya no tan ermitaño, frecuenta seguido Roswaltt's Rapsody. Según su versión de la historia, Harper lo embelesó tocando con su cello una parte del tema instrumental de Mortal Kombat.

Sin embargo, sigue siendo bastante atento con los mellizos.

Hasta hace un mes, le lloraba a Natasha. 

Levanto el batido de fresa hacia donde se encuentra Lena. Sofía vuelve dando pequeños saltos. Esta vez no quiso combinarse con nosotros y optó por venir completamente de morado.

—Tío, tío, tío. —Entusiasmada, tira de mi mano—. En aquel stand venden ropa usada por artistas. ¡Están ofertando una chaqueta Gucci que usó Jimin!

—¿Cuánto cuesta?

—Dos mil dólares —dice Lena con incredulidad.

¡¿Y se supone que está en oferta?!

—Dos mil dólares... por una chaqueta sudada —repito y niego con la cabeza—. Elige otra cosa, Sofi. No gastaremos tal cantidad de dinero en eso.

Su labio inferior tiembla.

—Pero...

Me acuclillo.

—Puedo comprarte otras cosas —ofrezco—. Figuras coleccionables, ropa para ti, libros, comics...

—¡No quiero otra cosa, quiero la chaqueta que usó Jimin!

La miro con advertencia y su enfurruñamiento empeora. Sabe que tendremos una seria conversación devuelta en casa. Evito que Lena la regañe. No me gusta reprenderlos en público.

—Gracias por nada, tío. Llamaré a mi papá —masculla y va hacia la mesa donde está Harper y Niko.

Mierda.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora