34. Hannover Messe.

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34. Hannover Messe.

REGINA

Un pop y mi tensión muscular aumenta.

Me giro con el ceño fruncido viendo el ciclo sin fin del chicle en la boca de Claire. Mastica, infla, explota y vuelve a masticar de una manera que crispa mis nervios. Sus dedos se mueven a la velocidad de la luz sobre el teclado de la laptop encima de sus piernas enfundadas en medias de seda. Todas las mujeres del equipo usan traje negro de blazer y falda tubo. Yo uso vestido negro manga larga bajo el abrigo.

—Bota el chicle —mascullo.

—El chicle no está prohibido en el contrato que firmé —contesta sin despegar la vista de la pantalla.

—Ahora lo está con efecto inmediato —farfullo—. Bótalo. Me irrita la burbuja.

Claire hace otra y la explota.

—A mí me irrita usar este ridículo traje y su irritación, jefa —su tono es relajado. Entrecierro los ojos—. No me distraiga, por favor. Mire hacia otra parte, pónganse unos audífonos e imagine que no existo.

—¿Estás consciente que puedo despedirte por hablarme así?

Julius niega con la cabeza. Bryce y dos ingenieros más me miran de reojo como si fuese una bomba de relojería activada. Mashiro tiene expresión indiferente.

—No me despedirá mientras sea eficiente. —Claire gira la pantalla hacia mí y esboza una sonrisa de suficiencia—. Ya accedí. Tenemos ocho minutos.

Mashiro da la orden por su auricular. Los ingenieros comienzan a teclear y así nuestro plan se pone en marcha.

—No me tientes, niña. Desafíame otra vez y te vas —amenazo y miro a los ingenieros—. Triunfen y en casa serán recompensados como nunca antes. No acepto fallos. ¿Está claro?

—Sí, madam —aseguran al unísono menos Claire que sólo asiente.

—¿Qué te pasa? —masculla Julius en mi oído—. Necesitamos al equipo unido. No más peleas o nos quedaremos sin tropa si empiezas a despedirlos por respirar. Sermonéalos cuando terminemos.

—No me desautorices.

—Sé una líder, no una dictadora. Es sólo un consejo.

—No te lo pedí.

—Estás de malhumor.

Resoplo y miro por la ventana el clima gris.

Dimitri estaciona detrás de la otra limusina de donde baja Zack, Eleazar, Oliver, director general de ASysture y más ingenieros. La atención de la fila de reporteros cerca de la entrada se vuelca hacia nosotros. Nuestra asistencia nunca fue confirmada públicamente, por lo tanto, es una sorpresa que Alphagine, que ha dado tanto de qué hablar, además de ser atacada y estar al borde de la quiebra, tenga la fuerza para presentarse como expositora.

Enrique, Dimitri y dos hombres más se colocan estratégicamente alrededor de mí. Mashiro siempre a mi derecha.

Los flashes de las cámaras llueven.

—¡Señor Malone!

—¡Señorita Azzarelli, por favor, responda un par de preguntas!

—¿Es cierto que Paul Archer los traicionó y conspiró en el sabotaje?

—¡Madam, por aquí!

—¡Cuéntenos cómo fue cumplir servicio comunitario!

Aprieto la mandíbula.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora