28. Eres perfecta.

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28. Eres perfecta

ALONSO

Ryan escoge una habitación con vista a la piscina. Es sobria y más grande que la de mi apartamento. Llamo a mis sobrinos, contesto correos de los organizadores de los conciertos y dedico mi tiempo a jugar Minecraft con el jedi... hasta que el sueño lo hace cabecear y le recuerdo que mañana tiene clases.

No puedo consentir que se desvele un día de semana.

Acepta lo que le digo a regañadientes. Pide que busque a Regina mientras cepilla sus dientes y se pone un pijama.

Bajo las escaleras directo al despacho. La puerta está abierta y asomo la cabeza. El espacio es amplio pero pequeño en comparación con su oficina de la torre. La decoración refleja la personalidad excéntrica de la reina que habla en italiano por teléfono, de cara al ventanal. Cambió los tacones por pantuflas negras. Doy unos golpecitos a la madera y gira la cabeza.

Usa gafas que le dan un toque súper sexy; no obstante, su ceño fruncido por preocupación no se despeja cuando me mira. Joder. Entro en el despacho y toco su frente. Está más pálida que el papel o de lo que ya es.

Aparta su móvil un momento.

—¿Te sientes bien? —pregunto rápido.

—Sí. —Asiente ocultando la tensión—. ¿Ryan?

—Quiere verte antes de irse a dormir.

El entendimiento abarca su rostro, dice unas palabras a la otra persona y cuelga. No me muevo evitando que salga.

—¿Segura que todo bien? —Coloco un mechón de cabello detrás de su oreja.

Pasa saliva.

—Detalles que resolveré —certifica confiada. La estudio unos segundos y salimos del despacho. Algo oculta y espero que no sea grave como otro sabotaje—. Me place que ambos se lleven bien.

—Todavía no me acepta —exhalo—. Por su carácter, se parece a ti.

—Debajo de la coraza, se parece más a ti. Los videojuegos y superhéroes son su debilidad —dice pensativa—. Hablaba muy poco en el centro ecuestre. Hubo días que solo dijo monosílabos. Me lo asignaron porque conmigo soltó la lengua. Dale tiempo. Es un gran avance que congeniaran el primer día. —Se detiene al pie de las escaleras—. Le daré las buenas noches, haré una llamada de cinco minutos y estaré desocupada.

La empujo contra una pared. Regina alza las cejas por mi arrebato pero no se queja o me aparta. Al contrario. Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello.

—Son pasadas las diez —apunto maquinando qué rayos sucede. Ella no se conmociona tan fácil—. Cinco minutos, no más o te saco a rastras como los cavernícolas.

Me mira con mezcla de incredulidad y molestia.

—Olvídate de esas fantasías —asevera a la defensiva—. Te cortaré las bolas antes de que eso suceda. Necesitas ubicarte.

—Necesitas descansar —digo en tono conciliador—. El estrés sin límites provoca infartos. ¿Pretendes dejar huérfanos a Nerón y Ryan?

Se tensa y sus ojos se abren más. Parece pensarlo por unos segundos.

—¿Nos iremos a dormir y ya? —pregunta más relajada.

—Primero te daré una dosis de oxitocina. —Beso su irresistible boca—. El tratamiento fijo para el estrés.

—Cinco minutos —susurra.

—Pondré cronómetro —bromeo.

Resopla indignada y me empuja para que me aparte.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora