13.Desiderio di vederti
REGINA
Aprieto el volante del Bentley y sigo de largo, no estaciono en el lugar que el GPS me indica como mi destino. «Julius tiene razón». Enviaré a Mashiro para que se ocupe. No sé en qué mierda pensaba cuando fui a la escuela de Ryan. Evitar el alcohol y buscar un ancla que no perjudicase mi salud fue una malísima idea.
Sin embargo...
Una parte de mi mente piensa en el sabotaje y los negocios, mientras que la otra piensa en la delgadez de Ryan, la enorme sonrisa que no desaparecía de su rostro el día de la convención, en un sexy capitán que...
—Arg!
Esta situación me está irritando excesivamente.
Doy vuelta a la manzana y aparco frente a la deprimente ferretería. Basta de dudas. Enrique ya me pasó el expediente de su madre y de la pareja de turno que tiene. Sarah Griffin, veintiocho años, madre desinteresada con dependencia al alcohol. Joe Ruiz, treinta y tres años, albañil con también inclinación al alcohol y antecedentes vendiendo drogas. No son tan horripilantes como otros perfiles que he leído, mas no justifica que Ryan deba conformarse con ese ambiente deplorable.
Para comenzar, lo quiero fuera de ese mugriento barrio.
Allá no está seguro, no puedo evitar ser paranoica. ¡Per Dio, incendiaron mi planta de ensamblaje tecnológico con sofisticado sistema de seguridad! No hay marcha atrás. En el caso de que alguien me esté vigilando, ya lo habrán visto conmigo el martes...
No puedo dejarlo desprotegido.
Tampoco es que me interese tanto su bienestar, sólo cumplo lo que me repite Dorothy mil veces al día. Haré una "buena acción" y volveré a mi rutina. Usaré cada uno de mis recursos para evitar daños colaterales.
Eso, simple prevención.
Nada más.
Yo no asumo culpas, asumo responsabilidades.
Asiento a mi reflejo en el espejo retrovisor, por fin convencida y determinada, y salgo del Bentley. Enrique me abre la puerta y la sostiene para dos viejas que van de salida. Camino entre los pasillos hasta dar con una mujer que se encarga de reponer sprays de pintura en los estantes.
Un tatuaje se asoma por el cuello del feo uniforme, un overol gris que llevan todos los empleados. Cabello castaño claro casi rubio, grasiento, sujeto en un moño mal hecho, piel reseca y maquillaje de muy mal gusto. Se percata de mi escrutinio con fastidio.
—¿Qué miras? —espeta.
—Sarah Griffin, soy Regina Azzarelli.
Su mirada recelosa cambia para detallarme quiméricamente, sus ojos abriéndose con ¿emoción?
—¡La ricachona del centro ecuestre! ¿Qué le trae por aquí, majestad? —pronuncia con burla y explota una bomba de chicle.
—¿Está enterada que asistí a Ryan en Equidae Potawatomi?
Asiente fijándose en mis Louboutin.
—Bonitos zapatos. Peggy me dijo sobre la convención.
—Bien. Seré breve. —Saco los documentos de mi bolso y se los tiendo—. Les proporcionaré un apartamento en uno de mis condominios y estará a nombre de Ryan. Quiero que la calidad de vida del chico mejore. También vine a pedir tu consentimiento para que pase conmigo el fin de semana. Si aceptas, firmarás ese documento que certifica tu aprobación y ese otro que garantiza que no harás un escándalo sobre esto.
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Resiliente Fulgor ©
RandomBilogía Reina. Tomo II ¿Dominar el mundo? Quizá sea un objetivo muy ambicioso para el ciudadano promedio, pero para Regina Azzarelli, no. Su reputación quedó destruida después de un desfalco, muchos creyeron que fue suficiente para sacarla del juego...