17. Contra las cuerdas.

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17. Contra las cuerdas.

ALONSO

Termino de enjuagar mi boca, lavo mi cara con agua fría y me como un par de mentas para barrer el sabor agrio de mi lengua. Devolví mi desayuno por los nervios. Miro fijamente mi reflejo en el espejo. Joder. Estoy pálido. Sacudo la cabeza y enderezo mi postura. Al menos me veo impecable. Mi cabello está peinado y uso un traje gris que compré en mi época de auditor. Es sencillo pero me ayuda a proyectar una imagen de seriedad y confianza.

Inhalo. Exhalo. Sereno.

Usted puede, soldado.

Mi cavernícola interno se da golpes en el pecho. Soy un campeón. Ajusto mi corbata, tiro de las mangas de mi saco y salgo del baño. Mi fuerza se impulsa con el amor que siento por mis sobrinos. Gael me espera fuera de la sala y me da un apretón de manos firme pero distante. No sonríe, su mirada es astuta y calculada.

—Recuerda mis instrucciones. Evita que tus emociones te nublen el juicio a pesar de que digan cosas que te molestan. Di la verdad, nadie conoce la historia mejor que tú.

—Nadie conoce a los mellizos como yo —afirmo.

Entro en la sala del tribunal con paso firme. Mis padres y Courtney se encuentran sentados en las bancas de la derecha. Derek tiene trabajo, Milena no vino por sus clases y yo mismo le pedí a Nathaniel quedarse en el restaurante para evitar una pelea con Eleazar.

Siento un cosquilleo en la nuca proveniente del lado izquierdo, me giro y visualizo la cabellera pelirroja de Lorena, está sentada en una de las primeras bancas; sin embargo, ella no me está observando. Mi sentido arácnido sospecha y me pone en alerta. Repaso a cada persona, pero no reconozco a nadie más.

Mamá se levanta para abrazarme.

—Todo saldrá bien —susurra y beso su frente.

Mi padre se limita a palmear mi hombro, como si estuviera resignado a mirar el desastre que estoy por ocasionar a pesar de sus mil advertencias. No sé si vino para apoyarme o al bando contrario, pero es un avance que no diga nada negativo.

—Pase lo que pase, lo que importa es el bienestar de Níkolas y Sofía. —Courtney me sonríe y me cuesta devolverle el gesto.

Eleazar y su abogado ya se encuentran en la mesa. Ambos se levantan cuando nos acercamos.

—Señor Kaldor, señor Roswaltt. Soy Todd Kirby —el abogado habla con jovialidad, muy diferente al tiburón que esperaba. Eleazar me mira sin demostrar emociones—. Mi cliente quiere negociar y acabar con esto de una vez. Solicita que se inicie el proceso para la legalización del apellido Gastrell, visitas dos veces a la semana y los sábados y domingos sus hijos se irán con él. Se compromete a cubrir la manutención completa y cualquier gasto adicional que garantice el bienestar de los niños. —Eleazar se inclina para susurrarle algo a su abogado—. Ah, también solicita las vacaciones de verano en su totalidad.

¡¿Enloqueció?!

—Tenemos planes en vacaciones —refuto.

Quiero llevarlos de campamento tal como hacía mi abuelo conmigo. Niko quiere acompañarme en eventos con la guitarra y Sofía ir a un concierto de BTS. Dorothy prometió conseguirme las entradas.

—Mi cliente lamenta los cambios que supondrá para su planificación, pero no quiere seguir perdiendo más tiempo sin sus hijos.

«Debió pensar eso antes de abandonarlos».

Gael se gira para mirarme.

—Es un buen trato —dice en voz baja—. Tendrás a tus sobrinos cinco días a la semana y recibirás mínimo diez mil dólares por cada uno. Puedo conseguirte más por los años de ausencia.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora