25. Piani
REGINA
Me siento dolorida.
Horrible y exquisitamente dolorida.
Activo el sistema de hidromasaje de mi ducha y un Alonso medio zombi se mete conmigo bajo la tibia lluvia artificial. Lava mi cuerpo y yo el suyo plasmando besos sobre sus hematomas. Nuestras manos se mueven con torpeza pero diligentes.
Su ensayo es en poco más de una hora y estamos exhaustos.
Por primera vez en muchos años, sólo tengo ganas de meterme en la cama y dormir más de ocho horas sin importar que sean las once de la mañana. Llevo días sin descansar bien y las piernas me fallan.
Nos secamos, cepillamos los dientes y salimos del baño. Alonso detalla mi habitación con ojos lúcidos.
—Los aposentos de madam Azzarelli —murmura viendo mi cama en donde lo invito a sentarse—. Muchos estarán decepcionados si se enteran que no duermes en un ataúd como Drácula o sobre una pila de los huesos de tus víctimas. —Frunce el ceño—. No te enojes pero la curiosidad me puede... ¿Has traído a otro hombre aquí?
Ruedo los ojos.
—Aquí sólo entra Lorena para fastidiarme, el servicio a limpiar... y ahora tú. Eres el primero —apunto y sonríe—. La habitación que está al otro lado del pasillo es mi cuarto de juegos.
Esboza un mohín que borro con un beso.
—Tú metiste a la lagarta rubia en tu habitación, en tu cama, y no te estoy reprochando aunque me quema por dentro.
—No es reproche, solo curiosidad insana. Sé que ahora eres mi presente y yo soy el tuyo. El resto quedó atrás. Después de ti, no me importó ninguna mujer más allá que para algo sexual. Intenté olvidarte con cada encuentro pero no pude, reina. Te adueñaste de mi sistema.
Sonrío y vuelvo a besarlo. Sólo con él experimento una conexión y un placer tan intenso. Admito que se me hace extraño y curioso compartir el espacio que disfruto en soledad con otra persona, pero me gusta la idea de que sea Alonso quien me acompañe. Procedo a aplicarle la crema antinflamatoria y mis dedos se deslizan por su pectoral izquierdo, su paquete de seis y sus rodillas. Sus piernas se verán musculosas si continúa entrenando. Me encantan sus nuevas atribuciones; no obstante, el azul océano de sus ojos es una de mis debilidades.
—La conservas —exhala viendo hacia mi mesa de noche.
Se refiere a la esfera de El Principito. Alonso me mira con algo que determino como sorpresa, culpa y ternura. Una mezcla muy rara.
—Me recuerda a ti. —Beso su frente y acaricio sus hombros—. Estás más ancho. Quise encargarte unos trajes pero ya no eres de la misma talla. Tus brazotes necesitan ser medidos por un sastre. En esa bolsa hay ropa casual y semiformal. —Señalo el sofá—. Allí está tu mochila y otras cosas que recuperaron anoche. El coche de tu hermano fue llevado al taller.
Me da un beso profundo, impulsando a que su lengua explore mi cavidad bucal.
—Gracias, reina. —Acuna mi rostro entre sus manos—. Te extrañé.
—Suelo causar ese efecto en las personas. —Sonrío presuntuosa.
Me da una nalgada.
—Stolto! —Sujeto sus muñecas riendo—. Yo también te extrañé.
—¿Es normal que las personas causen ese efecto en ti?
Ruedo los ojos
—Sólo tú.
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Resiliente Fulgor ©
RandomBilogía Reina. Tomo II ¿Dominar el mundo? Quizá sea un objetivo muy ambicioso para el ciudadano promedio, pero para Regina Azzarelli, no. Su reputación quedó destruida después de un desfalco, muchos creyeron que fue suficiente para sacarla del juego...