19. Ofrenda de paz.

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19. Ofrenda de paz.

ALONSO

El ensayo para el concierto de Andrea Bocelli acaba después de mediodía. Todavía no he tenido el honor de verlo o escucharlo cantar. Sucederá durante el ensayo general. Milena está felizmente estresada con mi nueva agenda. Luego de este evento, tenemos cinco más pequeños en diferentes zonas de la ciudad y tres en otros estados. Cada uno con fines benéficos, Dorothy quiere que vaya a varias escuelas a dar charlas, la fundación donará instrumentos y asignará tutores que impartirán clases.

No comento nada sobre mis deseos de abrir una pequeña academia. Es un proyecto personal que quiero cumplir por mi cuenta.

Voy al apartamento y a las dos de la tarde salgo con Otto hacia la escuela. Sofi y Niko se emocionan cuando lo ven. No necesito riqueza para hacerlos sonreír. Los llevo al parque y escucho sobre su día mientras caminamos. Encontramos un espacio abierto sin muchas personas donde jugamos con Otto a la pelota. Le compro un helado a Niko, donas a Sofía y pan para alimentar a los patos.

Pero eso último no dura porque Otto se come casi todo el pan.

Adoro estos momentos. No los cambiaría por nada del mundo. En casa los insto a hacer sus tareas en lo que yo me ocupo de mis estudiantes. Los tres preparamos la cena, me arreglo mientras ellos se entretienen jugando Minecraft. Los trajes formales quedan descartados, no me expondré al fuego. Me pongo vaqueros y una sudadera blanca con franjas rojas y negras según el traje de Los Vengadores en End Game. La A sobre mi corazón para mí también significa Alonso. Por eso me gusta mucho su logo.

Escucho el timbre y los ladridos de Otto. La señora Marcia llega puntual. Me mira de abajo arriba y extiende las manos para estrujarme las mejillas.

—Impecable y bello como siempre.

—Gracias, señora Marcia —murmuro incómodo. Es una señora dulce pero esto sólo se lo permito a mi abuela—. Volveré antes de las once.

—No te preocupes. Veré que se duerman temprano.

Entro en mi habitación, desconecto mi móvil del cargador y lo guardo en mi bolsillo, en la sala me acerco a los mellizos y beso la cima de sus cabezas.

—Quiero encontrarlos dormidos cuando vuelva. Mañana tienen escuela. Pórtense bien y traten con respeto a la señora Marcia.

—Quiero esperarte —protesta Sofi.

—Dormidos.

—Ajá. —Niko no despega los ojos de la pantalla—. Muévete, me persigue un Enderman.

—¿A dónde vas? —Sofía arruga la frente y pausa el juego. Niko gruñe frustrado—. Te pusiste un perfume diferente.

—Reunión de negocios.

Con una vampiresa que quiere que me una a su legión de horror.

—Si es alguien famoso, pídelo un autógrafo.

—No es famoso.

Les echo un último vistazo antes de salir. Tomo aire. Aquí voy.

Llego diez minutos antes al hotel. El aparcacoches mira con mala cara a Bee, enarco una ceja y su expresión se despeja. Más le vale regresarlo entero. Cuadro los hombros y me sorprendo viendo quién me espera en la suntuosa recepción. Rivers me sonríe y abre los brazos para darme un abrazo y sacarme los pulmones con dos palmadas en la espalda. No ha cambiado en absoluto. Usa traje completo y un auricular en su oreja.

—¡Hombre valiente! ¿Te soy sincero? Creí que no vendrías.

—Yo también lo creí al principio. ¿Cómo has estado?

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora