49. Il ratto.

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49. Il ratto.

REGINA

La fiesta entra en apogeo a eso de la una de la madrugada; después de que Alonso cante, tocando el piano, una canción compuesta solo para mí y cortemos el pastel. Me alejo de todo cuando Julius me hace una seña y nos reunimos en una suite del hotel con uno de mis invitados estratégicos.

La hija de un fiscal federal adjunto, quien fue colega y es amigo de Lacroix. Encontrarnos por mi cumpleaños es la coartada perfecta. La chica es una modelo poco conocida. Simon la ayudará a impulsar su carrera como intercambio de Julius con el fiscal, pues se está encargando de hacer notar el caso de Kenneth Ellington, un jefe del FBI que manipuló las investigaciones para que declararan el incendio de Alphagine como negligencia.

Larissa Tremblay se levanta del sofá, su porte erguido y mirada confiada.

—Feliz cumpleaños, madam. —Sonríe y me tiende una cajita pequeña—. Quiero verme como usted cuando llegue a su edad.

Mi belleza no se compra o replica, se nace así y les toca admirarme; pero como esta niña es parte del plan, me reservo el comentario.

—Gracias, querida, eres hermosa y, con los cuidados correctos, te verás fantástica a los cincuenta —elogio revisando la cajita y me siento conforme al ver el dispositivo.

—El jueves tendrás sesión de fotos en el Four Seasons para Vogue —comenta Julius y le entrega un sobre, los ojos de la chica brillan—. Las pasarelas de París te esperan.

—Gracias.

—Gracias a ustedes

Estrecha nuestras manos y sale de la suite. Mashiro ya tiene una laptop encendida en la habitación, le entrego el dispositivo y las bases de datos se despliegan en la pantalla.

—Se confirma que Ellington ayudó a desviar investigaciones legales de una empresa perteneciente a la lista que entregamos a Lacroix. Invictor. Su dueño es una fantasma cubierta con otras —explica leyendo—. Se dedican a fabricar armamento clandestino y usan la tecnología robada de Alphagine para mejorar sus productos. Estuvo financiada indirectamente por el banco de O'Conner, que los ayudó a lavar dinero. Recibieron distribución de Moon Group y comercializaron piezas con Progress White.

Julius se tensa a mi lado. Cierro los ojos y los aprieto con fuerza, consternada, pasándome las manos por la cara importándome nada mi maquillaje.

—Están... —musita.

Figli della grande puttana! 

Tomo el primer objeto que encuentro pero logro contenerme, apenas, para no arrojarlo contra la pared. La ira asesina a la inteligencia. Cierro los ojos y no me calmo. Los malditos emplean mi materia prima, destinada a salvar vidas, para arrebatarlas. Progress White fabricó el robot de Hannover como un arma y quien sabe qué esconden las otras filiales.

—Regina...

—¡Esto es una maldita burla! ¡Nosotros fabricamos equipos médicos y ellos crean armas! Estoy pagando millones para evitar una masacre indígena y menos consentiré esto.

En mis negocios no entran las armas, drogas o prostitución.

—Esperas o esperas, Regina —zanja Julius muy serio—. Te advertí que no incitaras a Eleazar y te arriesgaste a romper relación con K-corp.

—Tengo a Charlotte donde quiero y si descubrimos que es cómplice, su aniquilación será inminente.

—Es muy pronto y se volvió difícil conseguir información privilegiada. —Señala la pantalla—. No se pudo acceder a mayores registros porque los protegen en el departamento de defensa. El fiscal Tremblay no se expondrá. Tendremos que esperar el juicio de Ellington.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora