22. Un incubo.
REGINA
El casino se encuentra a rebosar.
Los hombres se pavonean en trajes caros, presumiendo su dinero en las mesas y las hermosas mujeres que los acompañan. Aunque incluso ellas se distraen conmigo. Mi impacto comienza con mi imponente presencia hasta por no ir colgada del brazo de un tipo.
Luxure Palace no es un centro de entretenimiento común o abierto para todo público. Es muy exclusivo. No entras a menos que te escojan para ofrecerte la costosa membresía. Es un sitio seguro para hacer transacciones con empresarios que lavan dinero o personas del bajo mundo que no pueden exponerse. La casa se queda con un porcentaje que elimina el riesgo de estafa.
He venido un par de veces a jugar, mas nunca he cerrado tratos. Tampoco he explorado las salas subterráneas que abrieron con el cambio de dueño hace un año. Sigo de largo entre las mesas, máquinas y jugadores que aspiran mi atención. Miles de ojos puestos en mí. Me desean. Me admiran. Me envidian. Un empleado me mira con reconocimiento y presiona un botón para pedir el elevador.
—Que tenga una espléndida velada, madam.
Asiento y entro con Mashiro al elevador. Descendemos tres pisos. Las puertas se abren y nos recibe una mujer que sólo lleva puesto un tanga de fino encaje dorado, un antifaz y collar de perlas. Rechazamos los antifaces de la bandeja que carga.
Alzo el mentón y adopto postura dominante.
—Bienvenidas. —Baja la cabeza—. ¿A qué sala desean entrar?
—X7. —Tiendo mi brazo y escanea en mi muñeca el sello que colocan en la entrada.
No me pasa desapercibido su mohín sorpresivo.
Pide a otra mujer sumisa y desnuda que nos guie. La decoración es elegante apegándose al estilo medieval, el aroma a cuero nuevo es intenso. Me crispo instantáneamente al mirar jaulas de vidrio con chicas dentro. Son adolescentes, temor en sus miradas. En lo alto de las peceras hay pantallas con códigos y nombres de las salas de juego. Miro de soslayo a Mashiro y niega con la cabeza. Aprieto los labios. Michelle no mencionó nada al respecto. Hank sí me informó de los gustos excéntricos de Caín, mas es diferente escucharlo que verlo con mis propios ojos.
No siento miedo.
Me da coraje saber que el noventa y ocho por ciento de las mujeres no poseen los recursos para contratar guardaespaldas que las protejan. Sé lo que es comerciar con el sexo femenino, pero lo que viví y conozco es muy diferente a esto. Aquí apuestan propiedades, vehículos, empresas, mujeres y niños.
Más razón para no cerrar tratos aquí o cuestionar si hice bien aceptando la propuesta de Michelle. Necesito recuperar capital, clientes e inversores si quiero volver a la cima; no obstante primero muerta antes de contribuir con el asqueroso negocio.
Dos tipos abren unas puertas pesadas de madera que dan acceso a la sala principal. La pequeña multitud conformada por personas influyentes se gira apenas pongo un pie dentro. Muerdo mi mejilla a medida que escucho los sonidos ahogados.
—¡Ya llegó por quien lloraban! —Avanzo hacia la mesa—. Quiten esas caras de hemorroides. ¿Les dieron muy duro sin lubricante antes de venir?
En la mesa del centro, un mozo bigotudo alinea cocaína con un billete de cien; pero mis oponentes no se fijan en ello por mí. El secretario de agricultura, Jethro Castle, está más tenso que un palo, el senador Gabriel Shepard a borde del infarto y un joven de tez morena que no reconozco se muestra indiferente. Los tres con una mujer en sus piernas. Caín se levanta, asombrando más a nuestro público. Una sonrisa lobuna adornando su atractivo varonil.
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Resiliente Fulgor ©
RandomBilogía Reina. Tomo II ¿Dominar el mundo? Quizá sea un objetivo muy ambicioso para el ciudadano promedio, pero para Regina Azzarelli, no. Su reputación quedó destruida después de un desfalco, muchos creyeron que fue suficiente para sacarla del juego...