35. Batman

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35. Batman.

ALONSO

El vendedor habla y habla, yo solo paso la mirada por cada rincón del local imaginando cómo sería abrir la academia aquí. Milena sí está más concentrada en la charla que nos da durante el pequeño recorrido.

El suelo es de cemento con rastros de cerámica en algunas zonas, paredes blancas y un amplio piso inferior que se conecta con uno superior, a través de una escalera polvorienta sin barandal. La luz es natural y entra por las grandes ventanas. Demolieron las paredes de las divisiones. Es un lienzo en blanco.

Nada existe hasta que su próximo dueño decida cómo lucirá.

Es perfecto.

Sonrío por primera vez desde que mi novia me dijo hace cuatro horas que no podremos comunicarnos por seguridad.

—Bajará el precio a doscientos sesenta mil si adelantamos tres cuotas —escucho a Milena murmurar tras de mí.

Trago y me doy la vuelta para verla.

—¿Cuánto tiempo dura la oferta —musito.

El vendedor no se encuentra muy lejos y nos observa fijamente

—Hasta el viernes.

Rayos.

—Todo depende si mi cita en el banco marcha bien.

—No exactamente. Si plan A no funciona...

—No tenemos plan B para esa cantidad de dinero. —Rasco mi ceja.

—Mal, Benjamin. —Levanta su índice—. Tienes influencias y es momento de usarlas. Pídele un préstamo a Regina. Después de todo, ella es inversionista y maneja bien el mercado de bienes raíces.

Niego con la cabeza.

Es cierto que evalué la idea de tener un proyecto en común, pero será más adelante cuando tenga mis bases sólidas. A mi edad, ella estaba fundando su imperio.

—Quiero lograr esto con mis propios méritos —le recuerdo serio—. Además, gracias a Regina tengo un trabajo estable que me permite pasar tiempo de calidad con mis sobrinos y hacer lo que de verdad me apasiona. Ganamos la custodia. Ya me ayudó mucho. ¿Qué pasaría si no la conociera? ¿No compraríamos el local?

—Pues no porque este es el mundo real donde no siempre el trabajo duro alcanza para lograr metas. De lo contrario, los obreros serían millonarios. —Se encoge de hombros—. Es mejor aprovechar la ventaja. Ni que te fuera a regalar el dinero o lo destines para una fiesta. —Mira sus uñas—. Entiendo si le hace mal a tu masculinidad, no te preocupes, puedo pedírselo. Me dijo que la contacte para lo que sea que necesite.

Aprieto la mandíbula.

—Si mi masculinidad fuera frágil, mi novia no sería una mujer exitosa con carácter infernal difícil de apaciguar —mascullo—. Hablaré con Regina si el banco rechaza la solicitud.

—Me encanta tu espíritu de emprendedor. —Ríe mirando el alrededor. Sus ojos brillan—. Sé que hay mucho trabajo por hacer para transformarlo en un lugar bonito pero es lo más barato y amplio que hemos conseguido en semanas. Me gusta.

—A mí también —concuerdo pensativo.

***

Acaricio mi mentón leyendo una vez más lo que llevo escrito dela canción para Everton. Acepté y debo entregarla a más tardar el domingo. Pagarán un extra por la premura. Necesitan comenzar a grabar lo más pronto posible. Hago unas anotaciones en el chat de Whatsapp conmigo mismo y me concentro en responder correos de mis estudiantes.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora