24. Burbuja.

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24. Burbuja.

ALONSO

Mashiro sostiene la puerta de la Range Rover para nosotros y la cierra cuando entro tras Regina. Enrique conduce y me saluda con un asentimiento. Una Range va adelante y otra más nos sigue. Joder. Creo que nunca me acostumbraré a tantas atenciones.

—¿Estás bien? —susurra Regina.

Acaricia mi mejilla y apoyo mi cabeza en su palma con los ojos cerrados. Fueron demasiadas emociones en pocas horas y me pesa controlarlas.

—Sí —digo casi inaudible.

—Está menos inflamado que anoche. —Estudia mis moretones.

—Ayudas a mitigar el dolor.

—Eso me alegra. Tenemos que hablar pero aquí no. —Toma mi mano y me da un apretón—. ¿Te parece ir a mi casa?

—Sí.

—¿Necesitas algo de tu apartamento?

Niego. No me siento preparado para confirmar que entraré y... Otto no correrá a recibirme. Mucho menos experimentar el vacío que dejaron mis sobrinos.

—Recuerdo que pedías panqueques para el desayuno en el hotel. Mi ama de llaves los preparará. ¿Te apetece?

—Aún no tengo hambre.

—Le avisaré de todas formas. —Saca su móvil y frunce el ceño viendo la pantalla—. Debo atender unas llamadas de las personas que contacté ayer. Estoy por efectuar una jugada en el caso de tus sobrinos. No puedo adelantar mucho, pero mañana un socio dará el primer paso reuniéndose con Eleazar.

Mi corazón da un brinco. Llevo mi mano a su nuca y la atraigo para tomar su boca.

—Eres fantástica —murmuro contra sus labios.

Frota nuestras narices.

—Y tú más fuerte de lo que crees.

Me besa de nuevo con mayor intensidad.

«¿Soy fuerte?».

Todo el mundo me ve como un tipo blando.

Regina teclea en su móvil y luego hace las llamadas desde un teléfono satelital pidiendo información sobre anoche, otra mencionando al juez Colbert, otra sobre Alphagine y otras de las cuales poco entiendo porque me abstraigo. Mi mano no para de trazar circulitos en la suya. Observo su perfil pensando en si todo sería más fácil si fuese una mujer de mi categoría y no una figura empresarial conocida a nivel internacional. ¿Mi familia la aceptaría? No seríamos perseguidos por las cámaras, por venganzas o sabotajes pero tampoco la habría conocido porque nadie desfalca por millones a una persona común.

Miro por la ventana. Si hago introspección del pasado, siempre estuve a salvo bajo sus cuidados a pesar de que sólo éramos amantes. Me envió a casa con Rivers después de acabar mi jornada. Sólo estuvimos en riesgo porque ella misma nos separó de su seguridad imitando a Meteoro en su Bugatti... mi estómago se hunde.

Yo me alejé de los rusos cuando entré en el apartamento de Luther.

Un nudo se forma en mi garganta.

Sin Regina, soy un gatito expuesto a las hienas.

Con Regina, podré convertirme en león y enfrentar lo que sea.

Pero... ¿Qué puedo ofrecerle yo?

Joder.

No quiero ser un novio florero.

Resiliente Fulgor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora