Capítulo 40

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Pov Kiara

Despierto debido al llanto de mi nueva cachorra, me froto los ojos y noto que está intentando subir a la cama, es tan pequeña que por supuesto no puede hacerlo ella sola. No esperaba tener un nuevo perro tan pronto pero amo a los animales, es imposible rechazar a una cosita tan bonita y tierna. Aprovecho de salir de la habitación con ella en brazos, le doy un poco de comida húmeda y vuelve a dormirse en la cama de Duque mientras hago el desayuno para mí y el doctor.

Noah duerme boca arriba con los labios entreabiertos, se ve tan relajado que me da lástima despertarlo pero ya es tarde y debe desayunar un poco. Dejo la bandeja en la mesita de noche y vuelvo a la cama con él. Comienzo a darle pequeños besos en toda su cara para comenzar a despertarlo, llevo un buen rato besándolo pero no despierta. Me parece raro, lo miro fijamente y hago un mohín.

- Mmm... No pares. - dice Noah abriendo sus ojos azules. Cuando abre sus ojos por primera vez en el día son siempre más lindos.

- ¡Estabas haciéndote el dormido! - lo acuso y me coloco a su lado.

- Me encantan tus besos, no puedo resistirme a ellos.

- Bueno, no te daré más hasta que te laves los dientes.- Noah suelta una risa. - He hecho el desayuno para ambos asi que siéntate para que puedas comer.

- Tus comidas me están poniendo gordo. - comenta. Se acomoda en la cama y toma la bandeja con comida que le ofrezco.

- Eres un mal hablado, estás igual que siempre y te encantan mis desayunos.

- Cualquier cosa que venga de tí me gusta pero es enserio, desde que salgo contigo he subido un par de kilos. La comida italiana me engorda y tus desayunos son contundentes. - dice comiendo un panqueque.

Que descarado.

- ¿Es un reclamo? Óyeme bien, con ninguna otra mujer volverás a comer tan bien en tu vida y hablo en todos los sentidos.

Noah suelta una risa.

- ¿Estas segura? - me provoca elevando una ceja.

- Nadie sabe lo que que tiene hasta que lo pierde, Doctor. El día que nuestro acuerdo termine te arrepentirás de no haber comido lo suficiente conmigo.

El británico se paraliza un momento y niega con la cabeza mientras sonríe.

- Ya no quiero desayunar. ¿Qué tal si te pruebo a ti, nena? De eso si que tengo hambre.

- ¿No basta con todo lo que hicimos anoche? Casi no hemos dormido. - le contesto.

- Ragazza, es que anoche no me querías soltar. - comenta dramáticamente bromeando. - Estabas insaciable, ya no sabía que más hacer para que nos fueramos a dormir, querías hacerlo una y otra vez, no dejabas de ponerte encima de mí y jugar con mi cuerpo. Me sentí usado. ¿Es que acaso todas las latinas son así?

- Por Dios, Noah. Ya cállate, te pareces a tu hermano diciendo tantas boberías.

- Así soy y así me quieres, Dra Fiera. - Noah me besa en la frente y creo que no se dió cuenta realmente de sus palabras.

¿Querer? Nunca antes hemos hablado de eso. ¿Lo quiero? Si. Claro que lo hago porque pasamos mucho tiempo juntos o por lo menos lo intentamos. Somos amigos con beneficios y es imposible no encariñarse con él. Respeto nuestro acuerdo y sé que debo ponerle un freno a cualquier sentimiento extra que pueda aparecer, tengo que tener el control. No me puedo enamorar de él porque voy a terminar con el corazón roto.

- Noah, ¿Qué te parece si me cuentas un par de cosas sobre tí? Anoche te dije que debíamos hablar. - él se pone serio y apoya su espalda en el respaldo de la cama. Invado su espacio y apoyo mi cabeza en su hombro, quizás sea más fácil para él contarme las cosas sin mirarme directamente.

ENTRE PERROS Y DOCTORES© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora