Capitulo 33

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Despierto ya descansada después del agitado y loco día de ayer, Noah no está en la cama pero siento ruido en la cocina, ojalá Dios quiera que no esté haciendo el desayuno porque su comida es horrible.

Luego de ducharme, me dirijo a mi cocina y Noah tiene unos wafles con miel perfectamente hechos lo que me sorprende, parece que esta vez su comida si es comestible.

- Buenos días, Dr. Miller - lo saludo con un corto beso.

- Te levantaste justo a tiempo dormilona, esta mañana pedí unos waffles en la cafetería de la esquina. Espero te gusten.

Que alivio. Él no cocinó. Por eso es que los waffles se ven tan bien.

- Se ven deliciosos, gracias querido. - le doy una sonrisa y me siento a comer.

- No me digas querido. Suenas como una anciana de ochenta años llamando así a su viejo esposo. Necesitas buscarme un mejor apodo.

- ¿Qué tal Dr. Idiota? Yo creo que ese te queda perfecto.
Noah suelta una carcajada y bebe de su café.

- Creo que tampoco es bueno. Necesitas seguir pensando, ragazza.

- Lo haré en otro momento. Ahora debo ir a trabajar. - respondo levantándome de la mesa.

- ¿Tan pronto? ¿No hay tiempo para un rapidito? Anoche cumplí mi palabra de solo dormir.

- Nada de rapiditos mañaneros hoy.

Como me gustaría quedarme en la cama con Noah todo el día admirando ese cuerpo perfecto tonificado, el británico es una gran tentación pero ambos debemos ir a trabajar.

Tomo las llaves de mi auto para irme cuándo Noah agarra mi brazo y me besa apasionadamente, distingo su sabor a pasta dental y no profundizo más el beso porque sé que al final terminaríamos haciéndolo contra la puerta y nos despreocuparíamos de nuestras obligaciones, él es el jefe y puedo llegar a la hora que quiera pero yo soy una simple mortal que debe cumplir un horario.

- ¿Por qué tienes esa manía de irte sin despedirte con un beso? Recuerda la nueva regla. - me dice con sus labios hinchados.

- La costumbre quizás. ¿No se supone que los británicos son personas frías?

- No nos metas a todos en el mismo saco, ragazza.

- Entendido. Ahora debo irme.

Por más que quisiera no tengo tiempo para seguir conversando con Noah, se me hace tarde.

Abro la puerta de mi casa para salir cuando el Doctor me toma de la cintura.

- Espera un segundo, me falta preguntarte algo importante. - dice serio.

- ¿No puede ser más tarde?

-No, lo siento. Debe ser ahora. - Noah se pone más serio aún.

- Me estás preocupando. ¿Qué es lo que pasa?

- No te asustes. Solo quiero preguntarte cuál es tu película favorita.

Ay no. Este hombre me matará de un infarto.

- Noah Miller, ayer ya aguante una gran estupidez con todo lo de las flores y ahora en serio debo irme. Cuando vuelva esta noche a mi departamento espero que solo hayan unos pocos arreglos florales, no olvides llevarte los demás.

Le doy una última mirada y salgo por la puerta para caminar hasta mi auto. Me encanta Noah, lo admito, pero a veces me saca de quicio. De vez en cuando se comporta como un niño pequeño, otras veces es muy apasionado y otras es todo un hombre serio e imponente. Generalmente las personas ven al hombre serio, no lo conozco mucho pero me atrevo a decir que somos muy pocos los que conocemos al Noah relajado que hace bromas estúpidas y es todo un niño.

ENTRE PERROS Y DOCTORES© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora