BAJO LOS EFECTOS

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Era el cumpleaños de Gil.

La tripulación decidió montar una fiesta a bordo de la Venganza Perdida. Fue casi adorable la reacción del rubio al encontrarse la sorpresa. Uma odiaba el confeti y los globos que habían esparcido por su barco, sabía que le costaría mucho limpiarlo. Pero si a su amigo le hacía feliz, lo dejaría pasar por esa noche.

Había mucha gente bailando con la música. Esa noche la Isla pareció brillar un poco más. Incluso algunos creyeron por momentos que estaban en Áuradon, en una de esas fiestas con luces coloridas que a menudo tenían que admirar desde la distancia. También había alcohol.

Una barra de bebidas.

Mientras unos bailaban, otros se quedaron pegados a la barra con un cóctel en la mano. Prácticamente toda la tripulación de Uma era del segundo sector.

Junto a Harry estaba Uma, y a su otro lado Jonas y Gil. Llevaban casi toda la fiesta hablando mientras distraídamente se terminaban distintos cócteles. Aunque Uma solo tomó uno, Harry no pudo decir lo mismo. El alcohol mezclado con otros licores lo hacían tan dulce que no parecía nada más que un zumo.

Por eso él no se dio cuenta de todos los que llevaba.

—Dos más —pidió en la barra cuando tanto él como Jonas acabaron con el cuarto cóctel.

—Deberías dejar de beber ya. Si te desmayas en cubierta no pienso llevarte a cuestas a la habitación —Harry fácilmente notó el sarcasmo en la voz de Uma.

Se dio la vuelta.

—Tengo muy buen aguante al alcohol, cariño —le aseguró—. No tendrás que llevarme a cuestas a la habitación.

Él le sonrió arrogantemente, ante lo que Uma tan solo puso los ojos en blanco y sonrió. La verdad, ella nunca antes lo había visto borracho. Por eso le creyó.

Pero Harry ya veía tres dedos donde había dos.

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Las agujas del reloj se acercaban a las tres de la mañana.

Poco a poco la multitud empezó a dispersarse una vez el cansancio les venció, hasta que no quedó nadie más que la propia tripulación. Antes de bajar del barco, Gil se quedó para agradecer a Uma, ya que ella organizó toda la fiesta, la música... y el alcohol del que su novio ahora estaba drogado.

—No te pongas muy sentimental —le reprochó Uma entre risas, apartándolo del abrazo que le había dado—. Solo quería que tuvieras un cumpleaños digno.

La sonrisa de Gil era tan tierna que podría derretir el corazón de cualquiera. Era inocente y emocional, dos palabras que derivan en muerte en la Isla de los Perdidos. Pero Gil nunca estaría en peligro si sus amigos cubrían su espalda permanentemente.

—Ha sido la mejor noche de mi vida —afirmó—. No sé cómo agradecértelo.

Uma se encogió de hombros con media sonrisa.

—Fácil: ve mañana al restaurante y ya te entregaré una torre de platos sucios que limpiar.

Gil se rio entre dientes.

—Allí estaré —él sonrió antes de finalmente bajar del barco para volver a su casa.

Uma se dio la vuelta. El barco estaba completamente vacío, a excepción de Harry y ella. La chica se fijó en él, que se había quedado sentado en la barra en lugar de despedir a Gil. Tranquilamente se acercó, ya notando que estaba actuando un tanto extraño.

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