(No tiene nada que ver, pero ¿podemos hablar de ese fanart?😮💨)
Rabiaba en silencio de dolor.
Pero el cigarro que tenía entre los labios lo disminuía.
Harry estaba sentado en uno de los callejones más solos de la Isla, justo enfrente del mar. Llevaba allí tanto tiempo que pudo ver el atardecer en Áuradon desde la distancia. Incluso había prendido un pequeño fuego frente a él con un mechero y ron vertido en el suelo.
Cómo disfrutaba ver las llamas arder.
Por otra parte, Uma estuvo buscándole desde que no apareció esa tarde en el barco. Ella sabía que cada vez que Harry tenía la oportunidad de verla, jamás la desaprovechaba. Por algo salían juntos, ¿no?
Finalmente dio con él cuando se le ocurrió buscar en aquel callejón. Harry oyó los pasos, pero estaba tan sumergido en las llamas que tenía delante que ni se molestó en ponerse a la defensiva ante cualquier peligro. Él lo miraba tan fijamente que Uma incluso podía ver reflejado el fuego en sus ojos.
"Está fumando".
Notó.
"Solo fuma cuando su padre le ha hecho daño..."
Ante el segundo pensamiento, la bruja marina entristeció de solo imaginarse lo que su novio tuvo que soportar. Un arrebato más de ese viejo alcohólico que le dejaría más golpes alrededor de su cuerpo.
Despacio se acercó.
—Sabía que estarías aquí —ella se sentó a su lado—. Te estuve buscando.
Harry guardó silencio, ni siquiera la miró. Uma sabía que no valía de nada evitar el tema por el momento, así que directamente le preguntó.
—Harry... —Ella le acarició el pelo suavemente. Solo con el tono en que pronunció su nombre, él ya sabía lo que iba a mencionar—. ¿Te ha hecho algo grave?
El pirata inhaló por última vez el cigarro. Luego, con el humo aún en la boca, puso dos dedos alrededor del cigarro y lo tiró al fuego. Él soltó todo el humo al lado contrario, sabiendo que a Uma no le agradaba mucho que fumara. En realidad, a Harry tampoco le hacía mucha gracia. Pero sentía que podía desahogar su dolor en ese humo que inhalaba y exhalaba.
Apoyó la cabeza en la pared.
—No —dijo fríamente—. Pero habría matado a mi hermana si yo no hubiera reaccionado.
Uma frunció el ceño.
—¿CJ? —preguntó.
Él asintió.
—Él la había acorralado, tenía el puño levantado. Pero yo me interpuse y le dije que si tenía que pegar a alguien, que me pegara a mí, no a ella —Harry suspiró con ironía—. Y realmente lo hizo...
Cuando el chico finalmente se dignó a mirar a Uma, ella pudo ver la pequeña herida seca en su labio inferior y su mejilla cubierta de un moretón rojo. Sus ojos estaban igualmente rojos de tanto llorar, con facilidad podía ver el dolor en su mirada. Fue cuando a la chica se le rompió el alma.
—Cariño... —Susurró ella, inclinándose a besarlo. Algo muy inusual que Uma no le llamara por su nombre y usara un apodo cariñoso, cuando generalmente es Harry el cursi en la relación. Pero él apreció el gesto.
Harry no tardó en envolverla en sus brazos y así atraerla más cerca. Uma era todo cuanto necesitaba ahora. No el tabaco, no el alcohol, ni siquiera la destrucción.
Solo la necesitaba a ella.
Conforme sus labios se reencontraban en un bucle perfecto, Harry sentía la ira y el dolor yéndose de su cuerpo. En su lugar llegó el deseo. Deseo por olvidar lo ocurrido. Deseo por ella.
Él tiró de Uma, sentándola directamente en sus piernas. Despacio deslizó sus dedos por los nudos del corsé que tan bien se conocía y tiró de uno de los cordones.
—Lo siento —murmuró Uma mientras le besaba—. Por tu padre... Sé que no mereces lo que te hace.
—¿Y tú eres algo diferente a mí? —él detuvo todos sus movimientos por breves instantes y se centró en mirar a sus oscuros ojos. Uma notó fácilmente cómo la mirada de su novio adquiría cierta lástima por ella—. Uma, conozco cada cicatriz que tu madre te ha hecho. Tampoco mereces esa violencia de su parte.
Ella sonrió con amargura.
—Algún día escaparemos de este sitio. Te lo prometo —le aseguró, inclinándose de nuevo hacia él.
En cuanto sus labios volvieron a hacer contacto, Uma deslizó sus manos por dentro de la camiseta de Harry, notando cada moretón reciente. Tras haberse quitado la camiseta, Harry desprendió a Uma de su corsé. No podía pensar en nada mejor para ahogar su dolor ahora mismo que el cuerpo de su amada.
—Cuando salgamos de aquí quiero perderme contigo en cualquier parte —le dijo él. Uma empezó a quitarle el cinturón mientras le escuchaba—. Quiero enterrar el dolor. Y quiero que lo primero que escuche por la mañana sean tus ronquidos, no los gritos de un hombre desquiciado y violento.
Uma sonrió y le pegó en el hombro sin fuerza.
—¡Yo no ronco! —la risa de Uma contagió a Harry.
—Shh... —La silenció con un beso tan real como su amor.
Y tras esa noche, Harry tiró los cigarros y guardó las botellas de alcohol. Pues no necesitaba ninguna de esas drogas:
Uma ya era su droga favorita.