HACER LAS PACES

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Un día más en la Isla acabó para Uma.

Era medianoche, ella acababa de terminar otro día más y pudo irse a descansar a su camarote en su propio barco. De hecho, TUVO que irse a descansar a su barco, ya que su maravillosa madre Úrsula estaba tan enfadada que Uma ni siquiera podía quedarse en casa. La bruja del mar le había insultado e incluso lanzado platos a la adolescente, los cuales se rompieron en la pared cada vez que Uma los esquivaba.

Por fortuna, Úrsula no llegó a azotar a Uma, ya que antes de que tuviera la oportunidad, la chica ya había salido corriendo del restaurante. Lo que ella haría ahora sería quedarse a dormir en su barco durante al menos una semana e ir a trabajar en sus turnos, que es cuando sabe que su madre no está. Era lo que hacía siempre que Úrsula se enfadaba así con ella; desaparecía y volvía cuando ya se le hubiera pasado el cabreo.

Eso último fue la gota que colmó el vaso para Uma. Ella llevaba unos días muy malos, y el hecho de que su madre casi la agrediera los empeoró. Pero, aun así, eso no era lo peor de todo. Úrsula podría haberla azotado y para Uma el hecho de haber discutido con su novio seguiría pesando más que el daño físico sufrido.

En realidad, la razón por la que Harry y ella discutieron era una tontería. Pero ambos tenían demasiado orgullo para ir y pedirle perdón al otro, ya que la culpa era de los dos. Normalmente, era Harry el que acababa disculpándose con Uma, puesto que no puede vivir sin su presencia durante mucho tiempo. Él nunca aguantaba más de tres días sin pedirle perdón tras una discusión, siempre volvía a ella al tercer día.

Lo extraño era que ya hacían tres días desde que se pelearon, y Harry no había aparecido por el Fish and Chips en ningún momento del día, así que Uma dio por hecho que ya no iba a volver ese día. En el fondo, estaba preocupada por él cuando no se presentó. Pero el orgullo es un veneno que opaca las otras emociones.

La bruja del mar se puso ropa cómoda después de ducharse cuando llegó por fin a la Venganza Perdida. Obviamente, ya no esperaba visitas, por lo que se preparó para meterse en la cama y recibir su merecida jornada de sueño.

Eso hasta que alguien abrió la puerta bruscamente.

Ella se giró, asustada por el ruido tan estridente en mitad del silencio nocturno. Volvió a su actitud anterior en cuanto reconoció a su novio. De hecho, pretendió estar más enfadada de lo que realmente estaba.

—¡Harry! ¿Qué haces aquí? —le dijo en voz alta, notándose su enfado.

Él únicamente le dio una mirada agotada y una expresión algo triste. Luego, en lugar de responderle la pregunta, se aferró a ella y envolvió con fuerza sus brazos alrededor de su ligero cuerpo, escondiendo su rostro en el cuello de la chica. Uma, pese a que sentía ganas de corresponderle el tan necesitado abrazo, no se lo quería poner fácil. Se obligó a ella misma a mantener sus manos y brazos fuera del cuerpo de Harry, mostrándose así mucho más fría ante él.

—¿Qué crees que haces? —preguntó con molestia en la voz, intentando apartarse de él sin mucha motivación.

—No puedo más, no le aguanto más —la voz rota de su novio en su oído definitivamente la hizo olvidar toda su pelea, sobre todo al escuchar la mención indirecta de ese hombre que tanto daño le hacía a su chico—. Es un monstruo...

Uma abrazó a Harry de vuelta al instante, ahora sintiéndose mal por haberle casi gritado antes. Acarició repetidas veces su espalda de forma reconfortante antes de apartarse lentamente de él.

—¿Qué ha pasado? —articuló la chica con una voz mucho más suave y baja, dejando lentas caricias en las mejillas de Harry con sus pulgares y, al mismo tiempo, limpiando las pocas lágrimas que habían caído de sus preciosos ojos.

El pirata se levantó su camiseta en silencio hasta el cuello, asegurándose de que Uma pudiera ver con claridad cada moratón formado en su torso.

—Eso ha pasado —Uma se inclinó y besó sus labios con dulzura y delicadeza, algo que instantáneamente hizo a su novio sentir mejor.

—Quédate esta noche. Yo tampoco puedo volver a casa —sugirió la chica, aún quedándose cerca de él.

—¿No estás enfadada? —preguntó Harry con suavidad, Uma sonrió.

—Eso ya da igual. Ven.

La bruja del mar guio a su novio hacia su cama. Luego abrió las sábanas y mantas y se tumbó primero, dejando que él cayera encima de ella después. Harry la agarró con fuerza de los costados y se aferró a ella como para no soltarla nunca. Fue cuando Uma notó lo mucho que su chico la había echado de menos esos tres días sin hablar, y sonrió.

—Lo siento... —Murmuró Harry al oído de Uma mientras ella le acariciaba el pelo—. Por la pelea.

—No me importa eso, Harry —le calmó con un suave beso en la frente—. Me importa que estés aquí.

E incluso si le dolían los golpes que el chico recibió de su padre, se olvidó por completo de todo a su alrededor al tener a Uma entre sus brazos.


HUMA ONESHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora