Harry suspiró.
El pirata no hacía más que revolver el líquido de su vaso, absorto en sus pensamientos. El fuerte bullicio y ruido en general del restaurante pasó a un segundo plano para él, ya que solo era capaz de escuchar la confusión que había en su mente. Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba así hasta que la fuente de su aturdimiento le llamó.
—Harry —ella le dio un golpe en el brazo para que reaccionara por fin, ya que llevaba varias veces repitiendo su nombre. El chico levantó la cabeza de su vaso y se quedó mirándola—. ¿Qué te pasa? Llevo llamándote una eternidad y parece como si no estuvieras aquí.
—Me asusta que esté tan callado —Gil se rio antes de meterse otro huevo crudo en la boca. Uma le sonrió de forma leve al rubio antes de volver con su primer oficial. Discretamente se acercó un poco más a él.
—Si quieres podemos hablar después —le dijo en voz baja.
"Hablar..."
Pensó Harry.
"Probablemente hagamos de todo menos eso".
La adolescente le dio dos palmaditas en la espalda antes de volver a la cocina para seguir entregando platos y apuntando pedidos. No tardó en volver a perderse en sus pensamientos.
Pensamientos sobre Uma que le tenían enfermo.
Hacía mucho tiempo que empezó a sentir algo especial por ella. Aunque nunca se atrevió a admitirlo, en el fondo lo sabía. Ella le volvía loco. No podía remediarlo, la amaba con locura.
Pero no se lo diría hasta que estuviera seguro de que Uma sentía lo mismo por él. Tenía tanto miedo del fracaso que se mantuvo así durante todos estos años, únicamente acercándose a ella con sus coqueteos ya habituales. Mas hubo una noche que lo cambió todo.
La primera vez que se acostaron.
Harry a día de hoy aún es incapaz de explicar cómo se sintió. Él pensó que ella también le amaba. Pensó en confesarle por fin sus sentimientos. Pero a la mañana siguiente, Uma no lo trató diferente. Tan solo siguió como si nada hubiera pasado. Era todo igual, con la diferencia de que Harry ahora recibía más toques y miradas de su parte.
Esto siguió así durante un tiempo, hasta que una noche cualquiera volvió a ocurrir. Se repitió lo mismo durante muchas veces más. El pirata necesitaba hablar con ella sobre lo que estaba pasando entre ellos, sobre lo que eran.
Pero Uma nunca le daba la oportunidad, ya que siempre encontraba la manera de persuadirlo y hacer que acabara bajo sus sábanas otra vez. Pues él era muy débil ante la bruja del mar. Sabía que Uma era capaz de acabar con sus fuerzas de voluntad en un mismo instante.
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La noche había caído en la Isla de los Perdidos.
Los piratas de la tripulación ya habían dejado el barco para volver a sus casas. Y Harry no iba a ser menos. Quizá con suerte podría escabullirse de su padre al llegar al Jolly Roger.
El chico estaba recogiendo unas últimas cosas de su escritorio antes de marcharse como todas las noches. Pero una voz le hizo saber que esta no iba a ser como todas las noches.
—¿Ya te vas? —preguntó desde la puerta. Harry miró por encima de su hombro.
—Sí, dormiré allí hoy.
Él escuchó a Uma acercarse poco antes de sentir su mano en su hombro.
—Estás raro hoy —concluyó la chica, haciendo que su primer oficial por fin se diera la vuelta.