Úrsula lo había descubierto.
La mentira tan solo duró cuatro meses antes de que la bruja del mar lo supiera todo. Pues hace cuatro meses, Uma por fin encaró sus sentimientos por Harry. Él nunca se lo dijo directamente, pero aquel juego tan ambiguo que ambos siempre traían entre manos era una gran pista de lo que sentía por ella. Por eso supo que él la quería, y hasta que ella misma no se hizo la pregunta, no se dio cuenta de que aquel amor era correspondido.
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~Hace cuatro meses~
El corazón le iba a mil.
Uma estaba terminando de recoger el restaurante. Solo Harry se quedó allí para ayudar a su capitana pese a lo tarde que era. Él siempre se quedaba a ayudarla cuando tenía turno de noche limpiando, aunque eso le supusiera volver a casa a las dos de la madrugada.
No le importaba mientras pudiera pasar más tiempo con ella.
Ambos estaban ocupados lavando platos y cubiertos en el mismo fregadero. Había un silencio cómodo entre ellos, como siempre solía haberlo. La diferencia de esa vez fue que Uma estaba en realidad bastante nerviosa. Pues pretendía confesarle sus nuevos sentimientos a Harry.
Él se mojó las manos y empapó a Uma de agua al sacudirlas en su cara.
—¡Garfio! —Uma chilló mientras él se reía como un niño de seis años.
Pese a querer parecer molesta por la broma, la sonrisa la delataba. Ella, en su venganza, agarró un trapo empapado de agua y se lo lanzó a la cara. Esta vez le tocó reírse a la bruja del mar cuando le vio la cara. El chico tuvo el mismo efecto que Uma al intentar verse serio. A ella le encantó su expresión molesta contrastada con su ligera sonrisa.
Tras el pequeño incidente, pasó algo más de tiempo. Toda la vajilla estaba perfectamente limpia ahora que habían dado la una de la mañana. Los dos adolescentes caminaron hasta la puerta del restaurante y Harry se dio la vuelta.
—Capitana... —Él le dio un beso suave en los nudillos al mismo tiempo que la atravesaba con una de esas miradas suyas. Al haberse despedido, se giró de nuevo para irse.
—Espera —se detuvo en cuanto la escucho.
—¿Pasa algo? —preguntó, dándose la vuelta y caminando hacia su amiga otra vez.
Uma pensó rápidamente en cómo se lo diría. ¿Se lo explicaría? ¿Qué le diría? ¿Él sentiría lo mismo por ella? ¿Sería solo un juego sin más?
A todas esas preguntas, la chica solo pudo hallar una respuesta un tanto arriesgada. Sin pensar, ella le agarró de la chaqueta, se puso de puntillas y presionó sus labios contra los de él. Harry se quedó congelado, y el beso duró tan poco que ni siquiera le dio tiempo a reaccionar cuando Uma ya le había soltado.
—Lo siento, Harry. No sé por qué...
Sus palabras fueron cortadas por los labios de Harry sobre los suyos. Ella sonrió al encontrar su amor correspondido por él, tal y como sospechaba desde hacía tanto tiempo. Cerró los ojos y se derritió en la calidez del beso en el que, esta vez, ambos pudieron tomar parte. Después de que el tiempo se congelara para ambos durante un rato, Harry se apartó lentamente.
—Me moría de ganas porque este día llegase —confesó el pirata en voz baja, muy cerca de los labios de Uma.
Ella sonrió y deslizó una mano por su pelo, queriendo quedarse en este momento para siempre. Así de cerca, así de enamorados. Le encantaba mirarle y ver ese brillo en sus ojos azules que nunca llegó a entender más intenso que nunca.