Harry lo miró bien.
Tenía en sus manos un collar con una cadena de plata y un pequeño trozo de aguamarina colgante. Las piedras preciosas verdaderas eran casi imposibles de encontrar en la Isla, ya que quedaban pocas y solían ser falsificadas. Al pirata le hipnotizaba ver la piedra brillar de distinta forma conforme movía la mano a diferentes ángulos.
—Bueno, Garfio, no tengo todo el día —el vendedor le llamó la atención—. ¿Vas a comprarlo o no?
—¿Cuánto cuesta? —preguntó. Era gracioso que preguntara por el precio de algo que no iba a pagar.
—Cincuenta.
Harry suspiró y se metió el collar en el bolsillo, fingiendo que iba a sacar el dinero.
—Bueno, pues espero que estés listo —dijo el adolescente.
—¿Listo para qué?
—Para correr.
Tras la última palabra, él salió a correr con los gritos e insultos del otro hombre a sus espaldas. La adrenalina corrió por sus venas mientras esquivaba objetos del suelo y empujaba a la gente de su camino. En realidad, le encantaba esto. Le gustaban las persecuciones porque siempre las ganaba.
En la Isla no solo era conocido por uno de los niños más malos o el mejor espadachín junto con Uma. La gente también decía sobre él que era el más rápido en las persecuciones, que nunca podrías pillarlo. Se sabía cada rincón de la Isla gracias a la cantidad de veces que ha huido y ha conseguido escabullirse. De hecho, para la gente ya era normal ver a Harry Garfio correr como loco con algo en las manos y una sonrisa.
Dejó el bazar pirata para entrar de lleno en el territorio de Jafar; el bazar del desierto. Miró atrás solo un momento para comprobar si el hombre seguía allí, llevándose una confirmación. Al no estar mirando, se chocó con alguien y casi se cae al suelo.
—¡Eh! —gruñó, ahora molesto. Cuando se dio cuenta de quién era, a ambos se les cambiaron las caras.
Uma parecía agitada, como si llevara un rato corriendo. Pues tal y como a él, a ella la estaban persiguiendo. Harry miró hacia atrás y vio a varios tipos venir tras su capitana.
—¿A ti también...?
—¡Sí! —asintió Uma, alterada.
Harry no lo pensó dos veces y agarró a la bruja marina de la mano para meterse en un callejón rápidamente. Los que les perseguían a ambos los siguieron de cerca, aún así. Y como era él el que tenía más experiencia huyendo de alguien, la guio por distintos atajos que acabarían mareando a los hombres.
Cuando los consiguieron despistar por unos momentos, el pirata se agachó con ella detrás de un bloque para que no los vieran. Ambos se tomaron varios segundos para recobrar la respiración.
—Toma —Harry le tendió el collar que anteriormente había robado—. Lo vi e instantáneamente pensé en ti.
A Uma se le dibujó una gran sonrisa cuando vio su detalle.
—Harry, es precioso —ella le miró con ese brillo especial en los ojos por el que Harry rezaba para que jamás se apagara.
—Tiene que serlo, porque me persiguen ahora por eso —soltó una risa ahogada.
Uma le miró con una sonrisa más dulce y, cuidando de que nadie estuviera mirando, le dio un beso corto en los labios. Luego se colgó el collar del cuello.
—¡Ahí están! —los hombres los descubrieron, así que se pusieron en pie otra vez y corrieron hasta llegar de vuelta a su territorio y haberlos perdido permanentemente de vista.
~ "I'm on the run with you, my sweet love. There's nothing wrong contemplating God. Under the chemtrails over the country club..." ~
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La Venganza Perdida estaba vacía.
Uma les había dado un día de descanso, así que naturalmente no había nadie allí. Lo que fue bueno para los adolescentes. Los dos entraron al camarote de la chica y se metieron en el baño para tomarse una ducha bien fría que les quitaría el calor.
Harry a veces se inclinaba a besarla y movía sus manos cerca de sitios peligrosos, pero no llegaron a nada más. Entre los dos deshicieron las trenzas de Uma, y luego ella dejó que su novio le lavara el pelo. Cuando salieron, la bruja marina robó una de las camisetas de Harry y se la puso, mientras que él se vistió con unos pantalones cortos cómodos.
—Eres preciosa —murmuró cerca de su oído mientras ambos se miraban en el espejo. Él besó suavemente su hombro y la abrazó con cariño.
Al salir por fin del baño, se metieron en la cama. Ella se tumbó con su espalda contra el pecho de Harry y él no dudó en envolver sus brazos alrededor de su cuerpo. Decidieron apagar las luces para poner una vieja película cursi en aquella televisión antigua que se habían conseguido.
~ "My love, my love. Washing my hair, doing the laundry. Late-night TV, I want you only. Like when we were kids under chemtrails and country clubs." ~
Intentaron concentrarse en la película. Había pasado casi una hora desde que empezaron a verla, y fue cuando Harry empezó a besarle el cuello a Uma. Él ya se había aburrido de ver a una sirena pelirroja ir detrás de un príncipe con rasgos similares a los suyos. Ella sonrió y, mientras un cangrejo cantaba algo sobre besar a la chica, se dio la vuelta y se encontró directamente con sus labios.
—Parece que alguien ya no quiere ver la película —notó Uma. Harry le sonrió.
—Es que me aburre que siempre gane el héroe. Y ese amor tan tonto es... —El chico puso cara de asco mirando a la pantalla, lo que hizo reír a Uma.
—Lo sé, es muy aburrido. Si mi madre tiene razón en algo es en lo repelente que es esa sirenita —añadió.
Ella se acostó en el costado de Harry, reposando su cabeza sobre su hombro. El chico notó esto y sonrió mientras la envolvía con el brazo.
—¿Quieres dormir ya? —le preguntó con suavidad. La adolescente asintió, abrazando más a su novio.
Él hizo callar al cangrejo cuando apagó la tele. Luego se tumbó para acurrucarse mejor con Uma y se impregnó de su calidez. Por último, el pirata le dio un beso suave en la frente antes de caer rendido.
Aquel amor adolescente era lo mejor que tenían. Harry debía de lidiar con un borracho que lo maltrataba, y Uma convivía con los gritos de una mujer fracasada y amargada. Eran el hijo de nadie y la hija de nadie. Los dos eran conscientes de que si lo pensaban mucho podrían quizá soltar alguna lágrima. Ellos jamás tuvieron el amor de un padre o de una madre. Y por eso envidiaban tanto a los chicos de Áuradon con sus familias perfectas.
Pero, cuando empezaron a salir, esa tristeza quedó olvidada. El vacío se llenó con el amor que se tenían el uno por el otro. Sabían que no necesitaban a nadie más. Por eso disfrutaban tanto estar solos.
Solos en una habitación cerrada, donde podrían sacar sus lados más dulces y vulnerables sin miedo a ser juzgados.
~ "I'm not bored or unhappy, I'm still so strange and wild. You're in the wind, I'm in the water. Nobody's son, nobody's daughter. Watching the chemtrails over the country club." ~