Uma había fracasado.
Había desperdiciado su única oportunidad de liberar a la Isla. Mal la había vuelto a vencer y humillar frente a todos como siempre lo hacía. Todas las promesas que le hizo a su tripulación, a la gente de la Isla... Todas estaban rotas. ¿Qué le iba a decir ahora a su equipo? ¿Qué le diría a Harry? "¿La niña dragón me ha vuelto a ganar y por eso ahora nos quedaremos encerrados en esa prisión de por vida?"
Ella nadó de vuelta mientras varias lágrimas se le escapaban de los ojos y se mezclaban con el agua salada a su alrededor. La joven empezó a cansarse. Sentía que si dejaba de nadar por un momento se terminaría hundiendo bajo las olas, pese a ser el mar su territorio por naturaleza. Estaba agotada y ni siquiera encontraba la motivación para seguir nadando.
Cuando cruzó la barrera, el dolor fue incluso peor en sus músculos. Estar dentro de aquel horrible ambiente que había en toda la Isla de los Perdidos la hacía más débil. De alguna forma, Uma no se rindió aún y se arrastró hasta la orilla. Allí se dejó caer en la arena negra y trató de recuperar la respiración.
Dejó que algunas lágrimas más se deslizaran por sus mejillas. Total, no había nadie allí que pudiera verla llorar y empeorar las cosas más aún. Sentía las piernas dormidas después de todo lo que nadó y había una presión en su pecho que no la dejaba pensar con claridad.
—Debería darte vergüenza —una voz familiar y más grave de lo normal habló. Uma inmediatamente se reincorporó—. Volver a la Isla después de lo que has hecho...
Gil estaba respaldado por el resto de la tripulación. Uma estaba aterrada al ver la misma mirada hostil en todos los que una vez se hicieron llamar sus aliados. Incluso el rubio, que normalmente tenía una mirada inocente, la miraba de forma distinta. Y si las miradas pudieran matar...
—Eres una auténtica decepción para todos. Una broma de mal gusto —Jonas dio un paso adelante y escupió cerca de la adolescente, mostrando su desprecio.
Uma se arrastró hacia atrás hasta tocar una roca con la que se ayudó para ponerse en pie.
—¿Qué clase de capitana eres, Gambita? —Desiree, una de sus amigas más cercanas, fue la que habló ahora. Ese comentario le dolió especialmente—. Si ni siquiera puedes vencer a una niña estúpida de tu edad. No mereces ni la mitad de lo que tienes.
—Lo hice lo mejor que pude...
—¡No fue suficiente! —Gil le gritó. Él nunca antes le había levantado la voz. Lentamente fue andando hacia ella, lo que la hizo retroceder con miedo—. Llevamos mucho tiempo creyendo tus promesas falsas, pero ya está. Te lo quitaremos todo.
—Gil... —Le suplicó la niña. Lo que más la asustaba era mirarle a los ojos y no reconocerle.
Él la empujó violentamente al suelo de nuevo, haciendo que se hiciera daño al golpearse con la roca en la espalda. El resto de la tripulación se cernió sobre ella como si fueran a matarla...
¿Serían capaces?
Uma empezaba a pensar que sí.
—Llevábamos con la idea de un amotinamiento en la cabeza desde que perdimos la batalla contra Mal y su pandilla. Ahora por fin la llevaremos a cabo —el chico le dio una fuerte patada en la rodilla con su bota, lo que hizo que empezara a salir un poco de sangre de la reciente herida—. Olvídate de ser la capitana, otro tomará ese puesto.
Ella recordó lo que pasaba cuando se amotinaba al capitán. Pues cuando algo así pasaba, la siguiente persona en tomar el mando era el primer oficial. Y Uma se acababa de dar cuenta de que su primer oficial no estaba por ninguna parte.