El día había llegado.
Mal iba a hablar con Uma.
Después de fallar en derribar la barrera, una abatida Uma volvió a la Isla con la cabeza baja. Harry no tardó en animarla y pronto la gente la volvió a tomar como líder. Ahora, tres meses después de lo ocurrido, Mal había decidido venir a hablar con la que era la líder de la Isla de los Perdidos.
Querrían negociar, eso pensaban todos. Querrían explicaciones y que Uma se arrepintiera enfrente de las cámaras, aunque eso no iba a pasar. En realidad, la bruja del mar quiso rechazar la propuesta. Pero tras las insistencias de muchos, terminó por presentarse en la plaza principal de la Isla, aun sabiendo que no conseguiría mucho.
La mayor parte de la población estaba asomada por los alrededores, queriendo enterarse de todo. La tripulación de Uma se quedó un poco más cerca, mientras que tanto Harry como Gil decidieron ir con ella.
Mal y su marioneta llamada Ben bajaron de una lujosa limusina violeta, exclusivamente diseñada para la futura reina de Áuradon. Varios guardias bajaron del coche con un sistema de cámaras y micrófonos que se retransmitía tanto en Áuradon como en las televisiones de la Isla.
—Ten cuidado, amor. Dicen que está peor que cuando se fue —Harry le susurró al oído, haciéndola sonreír y obligándola a aguantarse una risita.
Mal y su pandilla se acercaron al trío pirata. Ellos abrieron un pequeño hueco en la barrera que sirviera para poder comunicarse, pero que no dejara salir a ningún residente de la Isla.
Jay y Harry compartieron miradas de odio. No intercambiaron palabras, pero el pirata terminó por escupir al suelo mientras miraba al hijo de Jafar fijamente, lo que fue muy ofensivo para él.
—Uma.
—Mal —pronunció con recelo.
Las dos niñas se quedaron mirando como si las miradas de verdad mataran. Hasta que Ben carraspeó y se llevó la atención dando un paso hacia delante.
—Uma, ¿por qué intentaste apoderarte de Áuradon? —le preguntó.
Ella resopló con ironía.
—No quería "apoderarme de Áuradon" —avanzó otro paso—. La única cosa que buscaba era la libertad que ninguno de vuestros héroes nos dio.
—¿Y te parece buena idea hechizar al rey para ello? —esta vez fue Mal la que habló.
—Me pareció mejor idea que quedarme sentada esperando a que tú te dignaras a hacer algo por el sitio en el que te criaste —Uma alzó más la voz cuando se dirigió a ella—. Tuve que ir por mi cuenta, ya que tú y tu egoísmo os habías olvidado por completo del resto.
—¡Eso no es cierto! —Mal frunció el ceño y se cruzó de brazos. Por más que quisiera aparentarlo, ella no estaba ni la mitad de enfadada de lo que estaba Uma.
—¡Claro que lo es! Le diste la espalda al lugar donde pasaste toda tu vida y a su gente. No miraste atrás en ningún momento en cuanto saliste de aquí. Tienes una puta vida de ensueño entre príncipes y princesas y allí todos te adoran. Pero vives a costa de la miseria de muchos. Y lo peor no es eso, sino que todavía te atreves a VICTIMIZARTE cuando vives como una reina.
La masa de gente a sus espaldas la vitoreó y la aclamó. Al final, ella le dijo todo lo que ellos siempre quisieron decirle. Y esto no le sentó nada bien a la hija de Maléfica. Uma notó las manos de Harry a sus hombros masajeándola suavemente, como un pequeño recordatorio de que no debía de perder el control.
—¡Yo no os había olvidado! ¡Planeaba volver! —ella le habló a todos los que ahora la abucheaban.
—¿Seguro? Porque yo creo que si no fuera por el odio que me tienes, jamás habrías vuelto a pisar estas losas —continuó Uma—. Al final, tú eres peor que muchos de los que están encerrados aquí injustamente.