Había sido un largo día de trabajo para Uma.
Estuvo en pie desde muy temprano para trabajar en el turno de mañana del restaurante de su madre. Un turno que ni siquiera le pagaban, más que con un único día de descanso. Por fortuna, ese día de descanso ya era mañana: sábado. Y lo que planeaba Uma para su noche de viernes era dormir todo lo que pudiera.
Bueno, era su plan antes de que su novio entrara en escena.
Harry también laboró durante todo el día, pese a tener diecisiete años. Era algo con lo que los niños adolescentes de la Isla tenían que lidiar. Trabajaban todo el día para ganarse unas mugrientas monedas al final de la jornada. La vida en la Isla no era muy brillante para nadie.
El chico primero se pasó la mañana entera en el barco de su padre, ayudando con otros deberes y ordenes que el mismo Garfio había mandado. Una vez terminó, estuvo la tarde entera trabajando en la Venganza Perdida, el que era el barco de Uma. Él la vio entrar al barco una vez su turno explotado en el Fish and Chips terminó.
Tanto ella como él estuvieron demasiado ocupados para ver al otro. Además, no convenía mucho que los vieran demasiado juntos tan públicamente. Todo el instituto Serpent Prep conocía de este romance entre los dos piratas, se los había visto múltiples veces en alguna esquina muy pegados. Pero los únicos testigos siempre eran adolescentes, y la mente de un adolescente en la Isla es muy diferente a la de cualquier otro villano.
Por eso, si le preguntaras a algún villano de la Isla de los Perdidos, te responderían con que no existe una relación entre ellos, más la propia formal de capitana y primer oficial. Los demás niños villanos nunca dijeron nada, ni nunca lo dirán.
Todos los del instituto conocen tanto a Uma como a Harry, ya que son de los niños villanos más populares de toda la Isla. Ellos son conocidos por hacer lo que sea para proteger lo que es suyo. Saben que son infames, que ambos hacen pagar a los que cometen el error de molestarlos, incluso aunque el castigo para estos sea la muerte.
Por eso Harry se contuvo de ir a verla, aunque no dejó de contar los minutos que faltaban para poder estar con ella. Cuando cayera la noche, los piratas de la tripulación volvieran al lugar que tengan por "casa" y se quedaran completamente solos en su intimidad. Solo entonces podría acercarse a Uma cuanto quisiera, podría besarla sin tener que estar escondidos en una esquina oscura tras las taquillas, y quién sabe qué más locuras cometerían una vez la puerta se cerrara.
Uma entró en el camarote de su barco, donde Harry ya la esperaba desde hacía tan solo cinco minutos. Cerró la puerta a sus espaldas y se permitió desahogar un largo suspiro de agotamiento. Antes de hacer nada, se aseguró de haberle puesto la llave a la puerta. El barco en sí es algo endeble, la puerta se abría muchas veces en mitad de la noche cuando hacía vientos fuertes y Uma no la cerraba con llave.
Era muy desagradable.
Todo este estrés y quizá enfado que Uma sentía se desvaneció al instante en cuanto vio a su atractivo novio salir del baño. Él se secaba las manos con una toalla y vestía su pantalón de siempre, aunque no llevaba puesta la camiseta y su pecho desnudo estaba ligeramente salpicado por algunas gotas de agua. Por eso ella supo que se acababa de duchar. Uma prefería ducharse por la mañana antes de empezar el día, a diferencia de Harry. Aunque nunca le importó realmente.
—Hola —él la saludó con una amplia sonrisa y se inclinó para besarla como tanto había estado deseando hacer durante el día. Ambos amaban los viernes por la noche, porque los dos libraban los sábados y, por tanto, podrían estar juntos todo el día y toda la noche.