Miraba el reloj a cada minuto que pasaba.
Harry no soportaba la clase de matemáticas. Al menos en la Isla podía saltarse las clases sin problema, pero en Áuradon le penalizarían por ello. Aun así, al joven no le importaba demasiado esto.
Él jugaba con el bolígrafo entre sus dedos mientras el maestro explicaba cosas que su cerebro era incapaz de comprender. Tenía a Gil al lado, aunque Uma estaba en la otra punta de la clase junto con Desiree. Sabían que todo el grupo junto sería una bomba, así que los separaban.
A Harry le sorprendía que Gil fuera tan bueno en esa asignatura. Varias veces trataba de ayudar a su amigo, pero Harry era un completo desastre. Lo lógico sería atender a sus clases al no entenderlo, pero él hacía justo lo contrario.
Harry contaba los segundos para que la clase se acabara.
A veces se quedaba mirando a Uma desde lo lejos, como el idiota enamorado que era. Aunque otras muchas simplemente se dormían despierto y el ruido exterior de la clase salía de su cabeza.
Ahora quedaba media hora para que acabara la hora. Media hora era demasiado, y ese día estaba especialmente desinteresado. Si aprobaba o suspendía, no le podía importar menos.
Así que sacó su móvil.
No hacía mucho que descubrió lo maravilloso que podía ser ese aparato con Internet. Podía hablar con quien quisiera en cualquier momento sin tener que ir a buscarle personalmente.
Él abrió el chat con Uma cuando una idea (bastante arriesgada) le llegó a la cabeza.
Harry: Oye.
El chico levantó la cabeza. Vio a Uma encender su teléfono en cuanto escuchó que le había llegado una notificación nueva. Y ella empezó a escribir.
Uma: ¿Qué?
Harry: ¿Nos saltamos la clase? No aguanto ni un minuto más aquí.
Uma: Si no nos penalizaran, lo haría sin duda, créeme.
Harry: ¿Te penalizan por ir al baño?
Cuando Uma empezó a darse cuenta de lo que trataba el plan de su chico, levantó la vista. Ambos compartieron una mirada y una sonrisa maliciosa.
Uma: ¿Qué planeas, Garfio?
Harry: Pediré ir al baño. Tú espera unos minutos y pídelo también.
Uma: ¿Y luego?
Harry: Luego encuéntrame en el baño de los tíos.
En cuanto se guardó de nuevo el móvil, efectivamente, Harry pidió ir al baño con éxito. Aferrándose al plan de su novio, Uma esperó con paciencia unos tres minutos después de que él se fuera. Por suerte, a ella también le dieron el permiso.
Salió de la clase con una sonrisa que trató de ocultar.
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Cuando llegó a la puerta del bañó de los chicos, se encontró con Harry.
Él tenía su característica sonrisa torcida que la llamaba con insistencia. Antes de que Uma entrara al baño, ambos miraron a los lados para asegurarse de que nadie estaba cerca.
—¿Están todos los baños vacíos? —preguntó Uma, paseándose por el pequeño pasillo de servicios.
—Sí, ya los he comprobado.
De pronto, Uma sintió cómo Harry la agarraba de la mano y la arrastraba con él a uno de los baños. Su primer oficial siempre fue muy directo con lo que quería en el momento.
—Ven aquí... —él la apoyó contra la pared fuertemente, lo que hizo a la chica reír.
Inmediatamente después de haber cerrado la puerta, atrajo a Uma en un beso, con esa intensidad con la que Harry hacía las cosas. La bruja marina rodeó el cuello de su primer oficial mientras sentía sus cálidas manos viajar por dentro de su camiseta.
Sí, esto era mucho mejor que una aburrida clase de matemáticas.
Rápidamente perdieron la noción del tiempo en ese baño. A cada beso se volvían más agresivos, más violentos el uno con el otro. Eran conscientes de que no podían hacer ruido, por si alguien entraba o pasaba y escuchaba algo fuera de lo normal. Por esto tuvieron que tragar más de un suspiro.
Harry finalmente le subió la camiseta a Uma después de un rato, descubriendo su sujetador. Al quitársela, se la colgó del hombro y empujó a su chica de sus caderas hacia él.
Al instante, le destrozó el cuello a besos y mordiscos, volviéndola loca a cada movimiento. Harry recibió tirones del pelo en lugar de gimoteos, y esto le hacía sonreír con descaro.
—Harry... —Murmuró Uma al ya no poder contenerse.
Inmediatamente él volvió a subir.
—Shh... —le susurró con una sonrisa juguetona que ambos compartían.
—¿Quién anda ahí?
Una voz familiar de chico hizo que rápidamente sus labios se separaran y las sonrisas desaparecieran. Los adolescentes compartieron una mirada que gritaba nerviosismo, el no saber qué hacer cuando están al borde de ser pillados.
—Eh... —Harry carraspeó—. Soy solo yo, Jay; Harry.
Jay notó un leve temblor en la voz de Harry, lo que hizo fue suficiente para que no le creyera.
—Creo que prefiero asegurarme.
Como Jay no iba a abrir la puerta, Harry supo que su manera de asegurarse era agachándose y mirando por el hueco. Si veía los pies de Uma, inmediatamente sabría lo que estaban haciendo.
Pero eso si veía los pies de Uma.
Con rapidez, Harry levantó a Uma por los muslos e hizo que sus pies dejaran de tocar el suelo. Por eso cuando Jay se agachó, convencido de que Harry le estaba mintiendo, no consiguió ver más que sus botas negras.
Él le tenía puesta una mano en la boca a su chica para que ni un solo ruido saliera de ella y los delatara. Harry podía sentir la sonrisa divertida de Uma contra la palma de su mano.
—Bueno... siento haber dudado de ti, tío —la voz de Jay sonó más lejos ahora—. No tardes mucho más, te estás perdiendo toda la explicación.
—Enseguida estoy allí.
Se quedaron en silencio mientras escuchaban los pasos del chico haciéndose cada vez más lejanos, hasta que desaparecieron por completo y supieron que estaban solos de nuevo.
Harry rozó su sonrisa contra la de Uma.
—¿En qué estábamos tú y yo, cariño? —ronroneó en voz baja.
Justo cuando sus bocas iban a encontrarse de nuevo, el timbre sonó y cortó toda la diversión. La molestia que la mirada de Harry adoptó en un mismo instante hizo que Uma riera.
—Voy a partir ese puto timbre... —él la devolvió al suelo.
Uma se puso de nuevo la camiseta entre risas.
—Tranquilo, seguro que podemos seguir con esto más tarde...
Ella le guiñó un ojo antes de salir del baño.