Uma acababa de volver de su turno.
Era tarde por la noche y su barco estaba completamente vacío. Ella llevaba un día largo, así que lo único que quería era tumbarse en la cama y dormir. Cuando entró a su camarote, se encontró con todos los candelabros encendidos y una gabardina roja de cuero sobre la mesa. Por esto concluyó que su novio ya estaba allí.
Ella se quitó la chaqueta, dejó su sombrero y se descalzó. Luego fue al baño en busca de su chico, ya que él no estaba en ninguna otra parte de la habitación y el camarote tampoco era demasiado grande. Harry se estaba lavando las manos en el lavabo, y Uma estaba tan distraída que ni siquiera se dio cuenta de que el agua estaba un poco rojiza.
—Hola —ella se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla—. Creí que hoy dormirías en el Jolly Roger.
—Ya, eso era lo que yo también pensaba —Harry la miró con cansancio en sus ojos. Cuando Uma bajó la mirada al lavabo, vio sus nudillos magullados y abiertos, llenos de sangre—. Esta vez me intenté defender, y solo conseguí que la fuerza de sus golpes se duplicara...
—Harry... —Murmuró ella, apenada.
La chica le acarició el pelo suavemente mientras seguía en busca de más heridas. Como Harry no llevaba la camiseta puesta, quedaron al descubierto todos los moratones que su padre le había hecho esta vez, que no eran pocos. Poco después notó que tenía el labio inferior reventado, solo que ya se había limpiado la sangre. Incluso había algún corte pequeño en su brazo derecho, probablemente hechos con el garfio del capitán.
—¿Por qué no viniste a buscarme después de que te pegara? —le preguntó, saliendo con él del baño.
—No quería preocuparte.
Harry se tumbó en la cama bocarriba mientras Uma volvía al baño. Ella tenía una pequeña nevera con bolsas de hielo para cuando su madre la azotaba con sus tentáculos o algo parecido. El frío ayuda a que la inflamación y el dolor de los moratones baje, así que le serviría a Harry también.
Cuando volvió, su novio le hizo un espacio en la cama para que se pudiera sentar a su lado. Uma con cuidado presionó los hielos contra las heridas y los dejó ahí por un rato. Ella miró a Harry, quien ya llevaba mirándola un rato. Casi inconscientemente volvió a acariciarle el pelo con delicadeza.
—¿Por qué sigues conmigo? —preguntó muy suavemente el pelinegro, moviendo una de sus manos cerca de la mano libre de Uma. Ella frunció el ceño de forma leve—. Quiero decir, siempre estoy jodido. Tengo un padre de mierda que me usa como saco de boxeo y muy a menudo tú tienes la carga de quedarte conmigo solo porque estoy herido. ¿Por qué estarías con alguien como yo?
—Si no estuvieras herido, te pegaría por decir mierdas como esa —ella le sonrió un poco. Luego puso sus manos en sus mejillas y se inclinó para darle un beso suave en los labios—. No eres una carga para mí, nunca lo serás. ¿Tu padre te dijo eso?
Harry apretó la mandíbula.
—Él sabe que estamos saliendo. A menudo me dice que nadie podría quererme a mí y que pronto te cansarías de estar conmigo —contestó con tristeza.
Uma suspiró y cerró los ojos. En su mente maldijo al condenado borracho que alimentaba a los demonios de Harry. No solo lo maltrataba físicamente de vez en cuando, sino que lo maltrataba mental y sentimentalmente siempre que tenía la oportunidad.
—Mira, te diré algo y quiero que me escuches con atención. Cuando un viejo borracho alcohólico te dice que nadie podría amarte se lo está diciendo a sí mismo. Yo te quiero más que a nada y jamás me cansaría de estar contigo —una sonrisa genuina se dibujó en los labios del chico—. Tu padre no tiene ni idea de lo nuestro ni de cómo me siento realmente por ti.